Hoy con nostalgia recuerdo aquellas tardes de domingo entre los años 90 y 91 en las que dentro del camerino local departía con Ariel, su hermano, quien aseguraba ser mejor jugador que él.
Han pasado algunos años desde entonces, ha ganado peso, se cortó el pelo, ahora usa las medias mucho más abajo, ya nadie recuerda que alguna vez fue rápido, pero todos aún le temen a sus remates endiablados, aún tan potentes y tan precisos como en la primera mitad de esta década.
Esta vez tuve que ver a la “nueve” saltar a la cancha con una camiseta distinta a la roji-blanca, y peor aún, enfrentando a la roji-blanca. El escenario fue el Atanasio Girardot de Medellín. El duelo DIM Vs Júnior.
Júnior se fue en ventaja con rebote que cazó Gian Carlos Torres en el borde del área y que colocó con un remate seco de derecha al ángulo superior izquierdo del guardameta del DIM. Así terminó el primer tiempo.
En el segundo hubo mano dentro del área de Manuel Galarcio, que el juez decretó como penal a favor del DIM. Iván René al cobro. Un remate fulminante a media altura sobre el palo derecho de José María Pazo dejaría al cuida vallas vallenato sin opción alguna de detenerlo. Se emparejó el partido.
Luego “el Bombardero” recibe sobre el costado derecho un centro en globo de Víctor Danilo y define como crack ante la salida de Pazo con una “vaselina” que infló nuevamente la valla del equipo tiburón.
Después, una jugada entre Giovanni Hernández y Víctor Danilo dejó el balón servido cerca al punto penal. Un parpadeo entre los centrales le dio suficiente tiempo a Iván René para de derecha colocar la pelota al palo izquierdo de 'Che María' y dejar las cuentas 3 por 1.
¿Cómo hacer para no celebrar una tripleta de Iván René? ¿Cómo hacer para celebrarla cuando el damnificado resultó ser el Junior? Equipo cuya camiseta defendió tantas veces, el equipo de mi tierra, el equipo de su tierra.
Iván René, “Ivancho”, “el Fantasma”, “el Cachetón”, “El Terrible”, “El Temible”, “El Bombardero”, “El Gordito de Oro”, ¡qué grande eres!, qué falta nos haces, qué daño nos haces.
Mi sueño es celebrar un gol más, sólo uno, con eso me conformo, en el Metro, con la 'nueve' rayada de rojo y blanco.
JPDR (escrito en Barranquilla, 1999)
P.S. Y el sueño se me cumpliría siete años más tarde…
Twitter: @juanpdiazr
Tuesday, August 21, 2012
Saturday, August 18, 2012
AQUÉL ES EL TIPO
Cuando estudiaba en la escuela de Hopkins (Minnesota) conocí una chica californiana de singular belleza y talento. Su nombre era Kary Anderson. Ella era de mediana estatura, de cabello castaño claro mitad liso mitad ondulado y ojos miel. Era absolutamente despampanante, su hermosura era sublime, tenía ese aspecto de niña buena que no provocaba precisamente buenos pensamientos. Su rendimiento en la escuela era excelente y era reconocida por su extraordinaria voz y capacidad de motarse en tarima, para cantar ó para actuar en obras teatrales. Jamás pasaba desapercibida, todos sabían que existía. Esta chica por supuesto solitaria no estaba, tenía un novio que se llamaba Josh Black.
A partir de este momento pueden olvidarse de todo lo que escribí sobre Kary Anderson, hablemos de Josh Black. Josh era un tipo impresionantemente talentoso, no sólo era de los alumnos más destacados de la escuela por su rendimiento académico, sino que era el capitán de la selección de baloncesto, cinturón negro V dan en Taekwondo, actor de teatro y músico. Por si fuera poco era alto, rubio y de ojos azules, sin mencionar que llegaba a la escuela en un auto deportivo de última generación. Era como el tipo perfecto, todas las chicas de la escuela se morían por él. Para colmo de males era modesto, se las llevaba bien con todo el mundo, era imposible odiarlo. Un ser casi sobrenatural, tocaba todos los instrumentos musicales, menos la trompeta, como él siempre dejaba en claro.
En el baile del Prom la tradición es invitar de una forma especial a la chica con quien quieres ir. Lo más común es abrirle el carro e introducirle un regalo en la guantera, abrirle el lócker ó dejarle algo bajo la almohada con la complicidad de algún familiar. Pero por supuesto, Josh siempre iba más lejos. El año anterior había invitado a quien entonces era su novia a un restaurante chino, y cuando ésta abrió la galleta de la fortuna el mensaje decía “¿quieres ir conmigo al Prom?”. Ése era Josh. ¿Qué haría este año? Esta vez su novia era Kary, sin duda la chica más atractiva de la escuela.
Un día cualquiera cuando cambiábamos de la primera a la segunda clase la banda de la escuela dirigida por el maestro Czech empezó a tocar desde el segundo piso, todos los estudiantes se agolpaban en el balcón desde el que se veía la plataforma inferior. A empujones logré llegar allí. Estaba en el centro de todos Kary, en un cálculo matemático inexplicable y, alrededor de ella estaban Josh y cuatro de sus amigos disfrazados con capa, sombrero y antifaz. Los amigos de Josh abrieron el círculo para que él, que era experto en artes marciales y un atleta de alta competencia hiciera malabares para el entretenimiento del público que atónito lo observaba. Luego, en una extraña pirueta cayo de rodillas frente a Kary con una rosa en la boca, rosa que nadie vio de dónde sacó. Entonces, enfrente de dos mil alumnos le dijo: “Kary, ¿quieres ir conmigo al Prom?”.
Ése era Josh, un personaje único, que no dejaba de sorprender, y su novia era Kary Anderson.
JPDR
(Ensayo original escrito en inglés en Minnetonka en 1999 bajo el título de “She’s the girl, he’s the man”. Adaptación en español para la conferencia “El duelo en la crisis”, escrita en Barranquilla en 2005).
Twitter: @juanpdiazr
A partir de este momento pueden olvidarse de todo lo que escribí sobre Kary Anderson, hablemos de Josh Black. Josh era un tipo impresionantemente talentoso, no sólo era de los alumnos más destacados de la escuela por su rendimiento académico, sino que era el capitán de la selección de baloncesto, cinturón negro V dan en Taekwondo, actor de teatro y músico. Por si fuera poco era alto, rubio y de ojos azules, sin mencionar que llegaba a la escuela en un auto deportivo de última generación. Era como el tipo perfecto, todas las chicas de la escuela se morían por él. Para colmo de males era modesto, se las llevaba bien con todo el mundo, era imposible odiarlo. Un ser casi sobrenatural, tocaba todos los instrumentos musicales, menos la trompeta, como él siempre dejaba en claro.
En el baile del Prom la tradición es invitar de una forma especial a la chica con quien quieres ir. Lo más común es abrirle el carro e introducirle un regalo en la guantera, abrirle el lócker ó dejarle algo bajo la almohada con la complicidad de algún familiar. Pero por supuesto, Josh siempre iba más lejos. El año anterior había invitado a quien entonces era su novia a un restaurante chino, y cuando ésta abrió la galleta de la fortuna el mensaje decía “¿quieres ir conmigo al Prom?”. Ése era Josh. ¿Qué haría este año? Esta vez su novia era Kary, sin duda la chica más atractiva de la escuela.
Un día cualquiera cuando cambiábamos de la primera a la segunda clase la banda de la escuela dirigida por el maestro Czech empezó a tocar desde el segundo piso, todos los estudiantes se agolpaban en el balcón desde el que se veía la plataforma inferior. A empujones logré llegar allí. Estaba en el centro de todos Kary, en un cálculo matemático inexplicable y, alrededor de ella estaban Josh y cuatro de sus amigos disfrazados con capa, sombrero y antifaz. Los amigos de Josh abrieron el círculo para que él, que era experto en artes marciales y un atleta de alta competencia hiciera malabares para el entretenimiento del público que atónito lo observaba. Luego, en una extraña pirueta cayo de rodillas frente a Kary con una rosa en la boca, rosa que nadie vio de dónde sacó. Entonces, enfrente de dos mil alumnos le dijo: “Kary, ¿quieres ir conmigo al Prom?”.
Ése era Josh, un personaje único, que no dejaba de sorprender, y su novia era Kary Anderson.
JPDR
(Ensayo original escrito en inglés en Minnetonka en 1999 bajo el título de “She’s the girl, he’s the man”. Adaptación en español para la conferencia “El duelo en la crisis”, escrita en Barranquilla en 2005).
Twitter: @juanpdiazr
BECAUSE OF YOU
Because of you I had the chance to have a sister, which otherwise would have never happened. Because of you I realized how great Mexicans, Israelis, Argentineans and Spanish, among others were, being able to open my mind to all different cultures around the globe. Because of you I developed “surviving techniques”, that I’ve been now able to use for years. Because of you I can fluently speak two languages, having the chance to multiply the chances of getting to know people from all over the world, or just sharing experiences in random places with random people. Because of you I learned how to cross borders, acquiring creativeness that I have used many times in my life.
Because of you I’m no longer afraid of anything, but loosing the ones I love, and therefore I have been able to bear tough situations. Because of you I learned how to cook and I have spent the last ten years of my life eaten over the sink. Because of you I learned how to work out, being able to overcome two hard illnesses I once had. Because of you I learned how to give speeches, which has been very useful, I’ve done many. Because of you I learned how two work with clay, which I’ve never ever done again but loved it back since. Because of you I learned how a guitar can be played, I was just too stupid and lazy to become proficient.
Because of you I met outstanding people, many of who I still keep in touch with. Because of you I fell in love, and my life changed forever. Because of you I was able to write several hundreds of pages, realizing writing is something I should keep doing till the end of my days. Because of you I always keep my seat belt on, which might save me sometime. Because of you I feel I have a second home in this planet.
Thanks America, for all what you mean to me.
JPDR (Chicago, 2008)
Twitter: @juanpdiazr
Because of you I’m no longer afraid of anything, but loosing the ones I love, and therefore I have been able to bear tough situations. Because of you I learned how to cook and I have spent the last ten years of my life eaten over the sink. Because of you I learned how to work out, being able to overcome two hard illnesses I once had. Because of you I learned how to give speeches, which has been very useful, I’ve done many. Because of you I learned how two work with clay, which I’ve never ever done again but loved it back since. Because of you I learned how a guitar can be played, I was just too stupid and lazy to become proficient.
Because of you I met outstanding people, many of who I still keep in touch with. Because of you I fell in love, and my life changed forever. Because of you I was able to write several hundreds of pages, realizing writing is something I should keep doing till the end of my days. Because of you I always keep my seat belt on, which might save me sometime. Because of you I feel I have a second home in this planet.
Thanks America, for all what you mean to me.
JPDR (Chicago, 2008)
Twitter: @juanpdiazr
HE AND ME
He’s short hair, me sort of long, they say we are similar to each other, though the more I dig finding the supposed likeness the farther I feel we are from it. He drives a sports car, I ride the bus number 49 and jump from the orange to the blue line of the train. He’s got several checking accounts, I’ve got a piggy bank full of pennies. He lives in a nice furnished place, I have no place, and wonder how long I’ll remain in the same room for. He reads the main papers, I only write down my most displaced ideas. He knows math, me philosophy. He is more Rock and Roll, I’m more Soul. He understands how a power steam cycle operates, I understand how the public transportation cycles in Chicago operate. He wears shirt and pants, me jersey and jeans. He gets up early in the morning, the sun rise announces me a day with no deadline has begun. He drinks whiskey, me creatine and dextrose. He is in the third world, I’m in the first world, he is someone there, I’m no one here. He speeds up on regular two lane roads, I see the high ways from below and travel through the side walks of Western, Ashland and Milwaukee.
Finding so many differences I don’t understand why they say we are similar to each other, though I guess there’s got to be a reason, if they keep saying that. I hope we can get together sometime, he’s my buddy, my peep, my fellow, even though I blame him for everything, I know we’ll talk, not any time soon, but we’ll talk.
JPDR (Chicago, 2008)
Twitter: @juanpdiazr
Finding so many differences I don’t understand why they say we are similar to each other, though I guess there’s got to be a reason, if they keep saying that. I hope we can get together sometime, he’s my buddy, my peep, my fellow, even though I blame him for everything, I know we’ll talk, not any time soon, but we’ll talk.
JPDR (Chicago, 2008)
Twitter: @juanpdiazr
ÉL Y YO
Él tiene el pelo corto, yo un poco largo, dicen que nos parecemos, pero cada vez noto mayor distancia en el supuesto parecido. Él conduce un auto deportivo, yo salto del bus 49 a la línea naranja, y de ahí a la azul del tren. Él tiene varias cuentas bancarias, yo tengo una alcancía sólo de ‘pennies’. Él vive en un apartamento estrato 6, yo no sé si el próximo mes seguiré en la misma habitación en la que dormí anoche. Él lee los principales diarios, yo sólo escribo mis más idas ideas. Él sabe matemáticas, yo filosofía. Él escucha a Fito Páez, yo a Ricardo Arjona. Él comprende ciclos de potencia de vapor, yo los ciclos del transporte público en Chicago. Él viste de camisa y pantalón, yo de camiseta y jeans. Él madruga, a mí Dios me ayuda. Él toma whiskey, yo creatina con dextrosa. El vive en el tercer mundo, yo en el primero, sin embargo él es alguien allá, y yo nadie aquí. El conduce por la Vía 40, la 46 y la 84, yo camino por la Western, la Ashland y la Milwaukee.
Encontrando tantas diferencias no entiendo en qué nos parecemos, sin embargo creo que en algo debe ser, si lo dice tanta gente. Espero volverlo a ver algún día, es un buen tipo, aunque lo culpe un poco de todo, sé que volveremos hablar, no por ahora, pero volveremos a hablar.
JPDR (Chicago, 2008)
* Ensayo Original: "HE AND ME"
Twitter: @juanpdiazr
Encontrando tantas diferencias no entiendo en qué nos parecemos, sin embargo creo que en algo debe ser, si lo dice tanta gente. Espero volverlo a ver algún día, es un buen tipo, aunque lo culpe un poco de todo, sé que volveremos hablar, no por ahora, pero volveremos a hablar.
JPDR (Chicago, 2008)
* Ensayo Original: "HE AND ME"
Twitter: @juanpdiazr
Wednesday, August 8, 2012
HOMENAJE A LA SABANA
Caminaba por una calle cualquiera en una tarde oscura, de ésas que son comunes en la capital. Nubes negras opacaban el día obstruyendo la luz y el calor del sol. Entonces entré a un pequeño restaurante y me atendió una mujer con un acento fuerte y ‘golpeadito’. Estuve seguro de que era una mujer sabanera. Me ofreció varias alternativas, pero esta vez no dudé en pedirle carne de res (jamás pido carne de res en Bogotá).
Sin riesgo a equivocarme puedo afirmar que la mejor comida de Colombia se prepara en la bella sabana de Sucre y Córdoba. Me llegó una sopa muy distinta a la de pasta, arroz, o el tal ‘cuchuco’; un plato de frutas, una yuca que antes no probé en esta tibia ciudad, y la mejor carne que me hayan servido en la capital. – Esta vaca no era de por aquí – me dije.
Además me trajo un postrecito sabanero de esos que son una especie de quesillo bañado en miel. Por un momento me trasladé hasta el río Sinú, charlé con un vendedor de caimitos enormes y destapé un bollo envuelto en hoja de bijao. Pasado el “déjà vu” volví a la mesa de mantel azul dónde ahora reposaban cuatro platos vacíos, una cuchara, un tenedor grande, un tenedor pequeño, una cucharita y un vaso.
Y es que grato es el recuerdo que tengo de los viajes en los que atravesé aquellas tierras, de donde son originarios el sombrero ‘vueltiao’ -hoy símbolo nacional- las hamacas, los Festivales de la Ganadería, del Burro, y del porro, y claro, el mote de queso con ñame.
En el año 2002, una noche de diciembre en Montería, en un lugar que se llamaba ‘Kápital’ vi a una mujer de facciones perfectas, que llevaba puesta una blusa blanca con un dibujo rojo tallado en piedrecillas brillantes. Su rostro permanecería indeleble en mi memoria. A la mañana siguiente partí rumbo al sur. Luego de ese viaje supe que aquella región haría parte de mi historia.
Juan Pablo Díaz
(Escrito en Bogotá, 2009)
Twitter: @juanpdiazr
Sin riesgo a equivocarme puedo afirmar que la mejor comida de Colombia se prepara en la bella sabana de Sucre y Córdoba. Me llegó una sopa muy distinta a la de pasta, arroz, o el tal ‘cuchuco’; un plato de frutas, una yuca que antes no probé en esta tibia ciudad, y la mejor carne que me hayan servido en la capital. – Esta vaca no era de por aquí – me dije.
Además me trajo un postrecito sabanero de esos que son una especie de quesillo bañado en miel. Por un momento me trasladé hasta el río Sinú, charlé con un vendedor de caimitos enormes y destapé un bollo envuelto en hoja de bijao. Pasado el “déjà vu” volví a la mesa de mantel azul dónde ahora reposaban cuatro platos vacíos, una cuchara, un tenedor grande, un tenedor pequeño, una cucharita y un vaso.
Y es que grato es el recuerdo que tengo de los viajes en los que atravesé aquellas tierras, de donde son originarios el sombrero ‘vueltiao’ -hoy símbolo nacional- las hamacas, los Festivales de la Ganadería, del Burro, y del porro, y claro, el mote de queso con ñame.
En el año 2002, una noche de diciembre en Montería, en un lugar que se llamaba ‘Kápital’ vi a una mujer de facciones perfectas, que llevaba puesta una blusa blanca con un dibujo rojo tallado en piedrecillas brillantes. Su rostro permanecería indeleble en mi memoria. A la mañana siguiente partí rumbo al sur. Luego de ese viaje supe que aquella región haría parte de mi historia.
Juan Pablo Díaz
(Escrito en Bogotá, 2009)
Twitter: @juanpdiazr
Sunday, August 5, 2012
I’VE GOT
A bunch of letters I received between 1994 and 1998. My story, written in 1996. A two hundred pages book in hard blue covers I wrote in 1997. A few collars I bought in Clair’s, with pendants that would change their color, which I never put on. A pair of brown high heel shoes, which I keep in honor to nostalgia. 32 bottles of the same perfume. A few pennies that bring me good luck. A blue nail clipper with a little sun flower. A few notebooks that I filled out between 1986 and 1989. A poster I received the day of my birthday in year 2000, with a note written in Timoteo’s style, which I can hardly open. A picture I stole in High School from the billboard. A piece of a news paper of 1990 with me on it raising a trophy. An honor distinction I achieved in 1986, when I was still a tolerable demon. Three diplomas. An incurable lesion. Five scars on my face. Three calluses from fractures. A head-gear I used in 1993 in order to accelerate my orthodoxy treatment. A parchment which assures I’m a professional climber of trees of mangos, plums and some other tropical fruits. A few scraps with images of Mike Tyson knocking down his opponents. A big purple comb. Some event id’s from the ones I went to. Cassettes in a format I can’t reproduce. A bunch of wallets and perfumes in their original boxes, as they gave them to me. Scraps of canvas with the word “Mayara” on them, which were printed in 2001. An agenda with the ‘arjes’ of Thales of Miletus and Anaximenes, the theories of knowledge of Socrates and Plato, the list of the representatives of the Scholastic, and the debate between the rationalists and the empirics. A ten peso bill with the image of Antonio Nariño. A writing that says because I was born under the sign of Leo I’m a courageous man with an audacious thinking. A letter I received in April of 2003. A worn out trophy, the same one I was raising in the news paper picture. Seven identical jerseys, striped red and white, with the emblem of a famous Colombian beer.
I’m down, a little upset, somewhat nostalgic, very confused. Behind I leave a few things I never meant lo leave, I ignore if beyond I’ll find what I’m hoping for.
Juan P Díaz
(Barranquilla, 2007)
Twitter: @juanpdiazr
I’m down, a little upset, somewhat nostalgic, very confused. Behind I leave a few things I never meant lo leave, I ignore if beyond I’ll find what I’m hoping for.
Juan P Díaz
(Barranquilla, 2007)
Twitter: @juanpdiazr
Friday, August 3, 2012
EL PROTAGONISTA DE NOVELA
Estudié en un colegio de sólo varones, donde la costumbre era que los profesores se dirigieran a los estudiantes por el apellido, e igual ocurría entre compañeros. A mi casa llamaban con frecuencia: por favor con Díaz – aquí todos somos Díaz – el que está en décimo grado, el que va al estadio todos los domingos, el que parece que llevara siempre un casco de motociclista – ¿Juan Pablo? – Sí, ése.
Algunos profesores me llamaban por mi segundo apellido, Rondón, que era menos común y más sonoro. En mi época de colegio tuve los mejores amigos de mi corta historia. Uno de ellos sería, algunos años después, uno de los seleccionados por Barranquilla para el reality-show boom del momento: Protagonistas de Novela.
Seis años antes de Protagonistas De Novela:
Juan, Una señora me ofreció participar en un casting para un comercial– ¿Y quién era esa señora? – Dizque de una agencia de modelos – Bueno, ve – No tengo ganas de ir – ¿Por qué? – No sé, nunca he ido a un casting, no sé cómo sea eso – Vamos, yo te acompaño.
Fuimos y ambos participamos del dichoso casting. Él quedó para el comercial, yo no. De la misma forma lo acompañé al menos a 3 castings más. Todas las veces él quedó, todas las veces a mí me dieron las gracias por haber participado. – ¡Hey, Lo hiciste genial! – Me decía siempre, pero el que quedaba era él. Recuerdo incluso haberlo acompañado alguna vez a una grabación en Santa Marta.
Pasaron los años. Partidos de fútbol en canchas de parque, literatura de Anthony De Melo, canciones de los Enanitos Verdes, Carnavales, un viaje a Coveñas, un viaje a Santa Marta, un par de viajes a Cartagena, más partidos de fútbol, amigos, comparsas, pruebas de fuerza en las barras del parque de la Electrificadora, abdominales, juego de tiros libres sin barrera en la cancha de la Universidad... Cada vez que tuvo un nuevo casting, evento o sesión de fotos, buscó ropa en mi clóset, y cada prenda que extrajo jamás regresó, entre ellas mi camiseta de Maradona, que la vi por última vez el día que por alguna extraña razón se la llevó.
Nunca me avisó antes de internarse en una casa en Buenos Aires donde grabarían el programa. Por supuesto nunca dejé de ver a mi amigo, a mi gran amigo. Voté un montón de veces en el internet cuando estuvo acusado en el banquillo. Recuerdo que su peor jugada fue en alguna fase del concurso haber votado en contra de una barranquillera. En Barranquilla muchos televidentes no se lo perdonaron. Me vi todos los capítulos hasta el día que lo sacaron. Nunca más volví a sintonizar el programa luego de su salida.
El día que salió, sus familiares y amigos más cercanos lo esperaban en Barranquilla con una camiseta negra con su nombre en el pecho en letras blancas. Excepto yo, que tenía una camiseta roja. La broma me costó el odio desmesurado y perpetuo de una de sus tías.
Hoy, que pasaron nueve años más, entiendo que los amigos que se hacen a temprana edad duran para siempre, así se vayan, así sólo aparezcan de vez en cuando, el afecto y la confianza se sostienen en el tiempo. Había un cuento de Anthony De Melo que a ambos nos gustaba, y el cual incluí en alguno de mis escritos remotos:
Sr., mi amigo salió hace más de una hora para el campo de batalla y aún no regresa, solicito permiso para ir a buscarlo – Permiso denegado –replicó el oficial– No permitiré que arriesgue usted su vida por un hombre que probablemente ha muerto. El soldado haciendo caso omiso de la prohibición salió a buscarlo y regresó mortalmente herido transportando el cadáver de su amigo. – ¡Ya le dije yo que había muerto! Ahora no he perdido a uno, sino a dos de mis hombres; dígame, ¿merecía la pena ir allá para traer un cadáver? – Claro que sí, Sr., cuando llegué todavía estaba vivo y pudo decirme “Jack, estaba seguro de que vendrías”.
Juan Pablo Díaz R.
(Bogotá, 2012)
Twitter: @JuanPDiazR
Algunos profesores me llamaban por mi segundo apellido, Rondón, que era menos común y más sonoro. En mi época de colegio tuve los mejores amigos de mi corta historia. Uno de ellos sería, algunos años después, uno de los seleccionados por Barranquilla para el reality-show boom del momento: Protagonistas de Novela.
Seis años antes de Protagonistas De Novela:
Juan, Una señora me ofreció participar en un casting para un comercial– ¿Y quién era esa señora? – Dizque de una agencia de modelos – Bueno, ve – No tengo ganas de ir – ¿Por qué? – No sé, nunca he ido a un casting, no sé cómo sea eso – Vamos, yo te acompaño.
Fuimos y ambos participamos del dichoso casting. Él quedó para el comercial, yo no. De la misma forma lo acompañé al menos a 3 castings más. Todas las veces él quedó, todas las veces a mí me dieron las gracias por haber participado. – ¡Hey, Lo hiciste genial! – Me decía siempre, pero el que quedaba era él. Recuerdo incluso haberlo acompañado alguna vez a una grabación en Santa Marta.
Pasaron los años. Partidos de fútbol en canchas de parque, literatura de Anthony De Melo, canciones de los Enanitos Verdes, Carnavales, un viaje a Coveñas, un viaje a Santa Marta, un par de viajes a Cartagena, más partidos de fútbol, amigos, comparsas, pruebas de fuerza en las barras del parque de la Electrificadora, abdominales, juego de tiros libres sin barrera en la cancha de la Universidad... Cada vez que tuvo un nuevo casting, evento o sesión de fotos, buscó ropa en mi clóset, y cada prenda que extrajo jamás regresó, entre ellas mi camiseta de Maradona, que la vi por última vez el día que por alguna extraña razón se la llevó.
Nunca me avisó antes de internarse en una casa en Buenos Aires donde grabarían el programa. Por supuesto nunca dejé de ver a mi amigo, a mi gran amigo. Voté un montón de veces en el internet cuando estuvo acusado en el banquillo. Recuerdo que su peor jugada fue en alguna fase del concurso haber votado en contra de una barranquillera. En Barranquilla muchos televidentes no se lo perdonaron. Me vi todos los capítulos hasta el día que lo sacaron. Nunca más volví a sintonizar el programa luego de su salida.
El día que salió, sus familiares y amigos más cercanos lo esperaban en Barranquilla con una camiseta negra con su nombre en el pecho en letras blancas. Excepto yo, que tenía una camiseta roja. La broma me costó el odio desmesurado y perpetuo de una de sus tías.
Hoy, que pasaron nueve años más, entiendo que los amigos que se hacen a temprana edad duran para siempre, así se vayan, así sólo aparezcan de vez en cuando, el afecto y la confianza se sostienen en el tiempo. Había un cuento de Anthony De Melo que a ambos nos gustaba, y el cual incluí en alguno de mis escritos remotos:
Sr., mi amigo salió hace más de una hora para el campo de batalla y aún no regresa, solicito permiso para ir a buscarlo – Permiso denegado –replicó el oficial– No permitiré que arriesgue usted su vida por un hombre que probablemente ha muerto. El soldado haciendo caso omiso de la prohibición salió a buscarlo y regresó mortalmente herido transportando el cadáver de su amigo. – ¡Ya le dije yo que había muerto! Ahora no he perdido a uno, sino a dos de mis hombres; dígame, ¿merecía la pena ir allá para traer un cadáver? – Claro que sí, Sr., cuando llegué todavía estaba vivo y pudo decirme “Jack, estaba seguro de que vendrías”.
Juan Pablo Díaz R.
(Bogotá, 2012)
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