Monday, July 5, 2010

LAS TRES PUÑALADAS DE SANTOS

Los títulos morales de Juan Manuel Santos son cuestionables desde todas las aristas, toda vez que en cada oportunidad que tuvo de saltar en su carrera política hizo lo que tuvo importándole poco vulnerar los principios que de forma implícita defendía, o de ‘llevarse en banda’ a quienes antes le hubieran servido de apoyo y respaldo.

Así lo hizo durante el gobierno de Ernesto Samper, que renuente a entregarle ministerio tuvo que ser víctima de mala prensa y de reuniones no avaladas ni por él ni por el Partido Liberal (al que ambos pertenecían) con guerrilleros y paramilitares, dentro y fuera del país. El mismo Samper ha dicho que las intenciones de Santos se inclinaban hacia la eventual ejecución de un golpe de Estado con el apoyo de criminales -a los que años después también traicionaría (o al menos se ufanaría de haber abatido o encarcelado)-. Declaración consistente hizo Salvatore Mancuso no sólo después de haber sido extraditado –momento en el que Santos dijo que no se le podía dar crédito a la palabra de un criminal-, sino cuando iba a ser juzgado por la justicia ordinaria dentro de Justicia y Paz. Ésta sería sólo la primera de tres groseras puñaladas que Santos le propinaría a su propio partido, el Liberal.

Durante el gobierno Conservador (aunque bajo la insignia de un Movimiento que se llamó “La Gran Alianza Por El Cambio”) de Andrés Pastrana Arango, desde la oposición que ejercía su partido, poco le importó volver a canjear buena prensa por un Ministerio, jugada tras la cual tuvo que saltar lejos de las aguas liberales, propinándole a su partido, de nuevo, una chocarrera puñalada. Antes de recibir la cartera de Hacienda había precedido una comisión asesora de la negociación del conflicto con los insurgentes, la que sugirió en su propia voz la creación de una zona de despeje, pero no tardaría en lavarse las manos y dejarle toda el agua sucia del fallido proceso a Pastrana (de la mano de quien tuvo quizá el mayor logro de su vida pública: la tasa de inflación más baja y las tasas de interés más bajas en años, variables que conjugadas empujaron un último año de economía en curva ascendente después de varios años de decaimiento económico).

Retornaría de manera incomprensible a las huestes liberales, que al parecer se conformaban con el respaldo provisional del “cuarto poder” representado en un Santos Calderón. Vendría entonces una tercera rastrera puñalada al Partido Liberal. Perteneciendo a la oposición y siendo contradictor de la reelección presidencial, aceptó sin asco una nueva cartera ministerial. Entonces no sólo abandonó de nuevo al alicaído Partido Liberal, sino que fue uno de los gestores de un nuevo partido que llevaría por “nombre comercial” la letra inicial del apellido de su nuevo emperador, de quién sería fiel vasallo hasta que lograra arrebatarle el trono.

Ahora, el fragmentado, perdido y sediento Partido Liberal, luego de tres gobiernos de resistencia y respiración artificial se proclama afín al proyecto santista de Unidad Nacional. Veremos cuanto tiempo transcurrirá antes de que Santos les propine a los rojos una cuarta puñalada. Pero hacen la fila todos los “partidos unidos”, desde los liberales hasta el Pin; ya veremos cómo continúa el historial de traiciones de este histrionzuelo multicolor.

JPDR (Cali, julio 5 de 2010)