Monday, June 28, 2010

REFUNDEMOS NUESTRA CULTURA

Tras lo que algunos consideran una fatal derrota se esconde en mí erguida la satisfacción de haber luchado vehementemente y hasta el final por la defensa de una causa en la que creí y sigo creyendo, así como el escrutinio de más de 3 millones y medio de votos que colombianos depositaron libremente. Me quedaron muchas lecciones en estos tres meses de campaña voluntaria, en la que mi única motivación fue defender al que he considerado desde hace varios años como el personaje idóneo para dirigir los hilos de esta nación, y mi única recompensa sería la esperanza de al final encontrarme con un mejor país sabiendo que “yo también ayudé”.

Mi primera lección fue que el principal problema de los colombianos eran los colombianos mismos, que tenemos desenfocada la diana y por ende apuntamos hacia el lugar equivocado, haciendo imposible el acierto. Nuestros problemas no radican en la necesidad de erradicar a los insurgentes, ni de establecer tratados internacionales, ni de incentivar la inversión extranjera, ni de reducir el desempleo. Nuestros problemas tienen raíces que son las que en principio hay que combatir. Primero hay que entender lo que es realmente importante para luego poder encontrar la ruta verdadera hacia el progreso, y en el camino la solución de nuestros problemas sociales, jurídicos o económicos.

Aquí están nuestros verdaderos problemas, los cuatro más graves en mi escalafón:

1. La ley del menor esfuerzo: esta ley social tiene un escudo moral ficticio que supone que lo que aparentemente no hace mal a nadie no puede ser tan malo. El colombiano busca el atajo sin pudor ni pena moral. Es más fácil pasarse en la fila que hacer la fila completa, es más fácil hacer la ‘U’ prohibida que dar la vuelta a la manzana, es más fácil pagar o recibir una comisión por debajo de la mesa que tener que ser el mejor proponente o hacer una serie de validaciones. También fue más fácil difamar y al mismo crear un muro de la infamia que demostrar talentos y competencias. Esta ley social justificó y sigue justificando flagelos tan graves de nuestra sociedad como el narcotráfico o el sicariato.

2. El tradicionalismo: este mal es el más antiprogresista que tenemos los colombianos en nuestro genoma. Mientras los colombianos creamos cierto el dicho que reza que “es mejor malo conocido que bueno por conocer” no tendremos oportunidad alguna de dar pasos largos, porque partimos de una fatal equivocación. El colombiano le teme a lo nuevo, no se atreve a dar el salto que sabe que tiene que dar. No es infrecuente ver parejas que llevan 5 ó 10 años seguros de que estarían mejor el uno sin el otro, pero le temen al cambio. En campaña me sorprendían con inmensa tristeza juicios de gente del común como “Mockus es el presidente ideal, pero no en este momento de nuestra historia”, o “Mockus es el presidente ideal, pero para Francia o Suiza”.

3. La picardía: este mortífero virus es más contagioso que el ébola o la gripa porcina. Mientras los colombianos creamos cierto el dicho que reza que “el vivo vive del bobo, y el bobo de su trabajo”, tendremos una tranca invulnerable que nos imposibilitará crecer como sociedad. Contratar asesores fuera de ley, utilizar voces uribescas en propagandas, o desinformar de forma calculada a beneficiarios de subsidios, demostró que Santos fue “más vivo” que Mockus, lo que al final fue por muchos aplaudido. A partir de aquí encontramos tal vez el peor de todos nuestros males.

4. La indiferencia: lo suscrito, el peor de todos. Mientras los colombianos no castiguemos somos complacientes, mientras no rechacemos estamos aceptando, aunque no así queramos entenderlo. Lo lógico habría sido ‘castigar’ no votando por quien le dio tres puñaladas groseras a su propio partido –el Liberal- en tres gobiernos consecutivos. Lo lógico había sido ‘rechazar’ no votando por quien se ufanó de los logros del ejército, pero que se hizo a un lado cuando se conocieron los falsos positivos. Pero fuimos indiferentes a eso, y a mucho más. Era más grave que Mockus le hubiera echado un vaso de agua en la cara a Serpa, o que se hubiese bajado los pantalones en un auditorio 17 años atrás. Ése es el colombiano, indiferente a lo malsano e hiperbólico a lo trivial.

Nuestros problemas tienen en común que son netamente culturales. Pero tienen ‘cura’, podemos refundar nuestra cultura primero entendiendo lo que de ella debemos combatir. Tuvimos la oportunidad de elegir un candidato que no sólo comprendía las raíces de nuestros problemas, sino que sabía perfectamente cómo dinamitarlas, sabía probadamente como modificar aspectos culturales que limitaran el progreso. Por supuesto jamás hubo evidencia de esto en debate alguno, porque los periodistas seguramente no entendían nada de lo aquí expuesto. Pesó más que Antanas Mockus tuviera un manejo limitado en terminología jurídica o en teorías macroeconómicas, para que gran parte de la opinión le negara su voto.

Que Dios nos perdone, o que nos reprenda. La historia dirá.


JPDR (Pasto, junio 27 de 2010)

Saturday, June 19, 2010

A LA ARENA: PERSIGUIENDO LA UTOPÍA

A pocas horas de ingresar al cubículo de cartón, próximo a tener entre mis manos un tarjetón con tres opciones, obligado a elegir sólo una, para con ella cambiar por fin el curso de la historia. El colombiano promedio le resta importancia al valor incalculable de su voto, y con frecuencia se une al club de portadores de ‘slogans populares’, conformados por cantidades ingentes de incautos ciudadanos: “un voto más o un voto menos no hace diferencia”, “para qué votar si va a ganar el otro”, “mejor voto por el que va a ganar”, “para ‘perder’ mi voto mejor me quedo en mi casa”, entre otros muchos de la misma línea.

Cuando un proselitista voluntario como yo, impulsado sólo por el ansia de un país distinto -que se sube a los buses a hablar de la propuesta Verde, que visita lugares recónditos con el único propósito de contarle a la gente acerca de la opción que representa el Partido Verde, que se dirige a conocidos y desconocidos todos los días para invitarles a votar por la propuesta de la Legalidad Democrática-, resulta una punzada fatal en medio del alma cada uno de estos ‘slogans populares’, sucumbiendo por segundos eternos que hacen presa a la impotencia y a veces la indignación. Luego la esperanza me hace recobrar la fuerza y continúo.

Un súbito exsantista luego de convencerse me dice “Si Mockus lo conociera mínimo le daría un ministerio” –a lo que respondo- “me conformo con un país mejor”. Y es que este recorrido estuvo lleno de sentimientos muy distintos entre sí: recompensa moral, decepción, auto-motivación, impotencia, resurrección emocional, fenecimiento. Un día en la sede del Partido Verde en la Calle 66, a alguien –en medio de mucha gente- se le extravió un teléfono celular, y alguien más le dijo “si fue aquí que se perdió aparece, estamos entre simpatizantes del Partido Verde, aquí nadie roba”. Efectivamente el aparato apareció a los pocos minutos. Vino entonces a mi mente el recuerdo de un concepto aprendido como miembro del ‘PEP Barranquilla’, donde cada uno de los 80 miembros de aquella edición –y de cada una- nos reconocíamos entre sí como “ciudadanos confiables”, y por ende confiábamos unos en otros. ¿Qué tal un país donde pudiéramos confiar en cada ciudadano sin siquiera conocerle?

Y hay sociedades en las que aplica este concepto que para un colombiano podría resultar imposible. Hace doce años, cuando vivía en Minneapolis, conseguí por referencia a un comercializador de tarjetas telefónicas llamado Gene Decker. No sólo le convencí de que trajera de Nueva York unas tarjetas para llamar a Colombia a bajas tarifas, sino que sin jamás haberme visto o tenido de mí referencia alguna me entregó al menos US$100 en pines para llamar de larga distancia, con la fe de que en algún momento le pagaría. Hubo un día que se me ocurrió preguntarle “Gene, ¿por qué confía en mí si ni siquiera me conoce? –a lo que él me respondió- “Juan, ¿Por qué habría de desconfiar de usted?”.

Mi primera invitación es a votar libremente (quienes participan del andamiaje político, familiares de soldados y policías, beneficiarios de subsidios y contratistas del Estado, NO votan libremente). Mi segunda invitación es a votar responsablemente, esto implica haber estudiado muy bien a los candidatos en contienda, esto implica no sólo revisar los Planes de Gobierno (que es para mí lo menos importante), sino sus Principios de Gobierno, la validación en el curso de su experiencia pública de dichos principios, su capacidad de conformar equipos de trabajo eficientes, y los títulos morales demostrados del candidato y de quienes le rodean. Mi tercera y última invitación es a votar por el candidato que respaldo, a votar por Antanas Mockus, quien defiende la propuesta de un país en el que la sociedad castigue la ilegalidad en todas sus formas (presión social), lo que supone un fuerte cambio cultural; ya demostró que cambiar la manera de pensar, de percibir y de actuar de las personas es posible y que da resultados increíbles.

Por una Colombia en la que los medios no manipulen la información a favor de los de arriba, que luche contra los “negocios ilícitos” que el Estado perpetúa, que no sea cómplice ni testigo silencioso de actividades delictivas en todos los niveles, y unida bajo argumentos sólidos e incontrovertibles -como la defensa por la vida, el buen manejo de los recursos públicos y por la educación como mecanismo para derrotar la pobreza-: ¡ANTANAS MOCKUS PRESIDENTE!


JPDR (Barranquilla, junio 19 de 2010)

Monday, June 14, 2010

LOS “INOCENTES ÚTILES” DEL SISTEMA

En tres reuniones que sostuve en las últimas semanas, en tres ciudades distintas (que nada tenían que ver con política), apareció el nombre del candidato oficialista, sugerido como el medio más seguro para alcanzar ciertos “fines particulares”, fines de los que yo al final me vería supuestamente favorecido. Ello sólo me sirvió para tener una mayor conciencia del “tamaño del pudín” y para afianzar mi convicción de que lo que le conviene al país es elegir presidente a Antanas Mockus.

La figura de Álvaro Uribe ha logrado permanecer lejos del alcance de incontables violaciones a la ley, a la moral, y a los DDHH de las que su gobierno ha sido protagonista, y al mismo tiempo ha sido el símbolo de la recuperación del territorio, de la soberanía del Establecimiento y de una política social de la que millones de colombianos de los estratos más bajos se han visto favorecidos. En conjunto, estas dos percepciones, por contradictorias que sean, le han convertido en una especie de ‘mesías’ que maneja casi a su antojo los destinos de la patria. Y digo ‘casi’ porque no logró en 8 años amarrar al poder judicial, al que ahora intenta desacreditar como organismo legítimo, autónomo y responsable, buscando con ello que la sociedad rechace sus actuaciones. Sociedad acostumbrada a destruir sin saber por qué.

Ejemplifiquemos la realidad de lo que ocurre. Resulta que en el despacho del Senador ‘X’ del Partido de la U, trabajan 3 personas aptas para votar, que tienen familiares también aptos para votar, un grupo que lo eligió, otros que recomendó desde su cargo, y otros a quienes les promete lo que no sabe si les podrá cumplir. Ese Senador ‘X’ arrastra una cantidad de votos. A ese fenómeno es al que me refiero cuando hablo del “arrastre de las maquinarias”. Todas estas personas votan por un beneficio particular, su voto está muy lejos de ser libre, y muchas veces hacen proselitismo defendiendo ideas o posiciones en las que no creen o que no comprenden. Si montamos la ecuación encontraríamos que el arrastre de las maquinarias representa no menos de 6 millones de votos potenciales.

Resulta también que el gobierno de Álvaro Uribe creó o expandió programas de subsidios, algunos que volvió permanentes, como Familias en Acción. De 320 mil madres cabezas de hogar a las que Pastrana hizo beneficiarias de este programa que creó su gobierno, el de Uribe hizo beneficiarias a casi 3 millones; mal contados 7 millones de votos potenciales (he intentando conminar a muchas familias beneficiarias de este programa a no votar por el candidato oficialista y les puedo garantizar que es una tarea prácticamente imposible, aun convenciéndolos de que no perderían el subsidio). En cuanto al programa Agro Ingreso Seguro, mucho se dijo del casi 30% del presupuesto que se otorgó a grandes productores (algunos ‘amigos’ del gobierno Uribe), pero al parecer nadie advirtió que las casi 400 mil familias beneficiarias del otro poco más del 70% de los recursos representaba a futuro más de 1 millón de votos potenciales. Esto es el “arte” de extraerle al Estado el dinero necesario para perpetuar una línea de poder escondiéndolo detrás de la inversión social.

Si metemos todas las variables dentro de la ecuación, le restamos de forma directa el porcentaje representado por el abstencionismo, y estimamos que un tercio de ese potencial electoral se saldría de la tendencia tendríamos que la contienda arranca con una ventaja de 4 millones de votos para el candidato oficialista. Pero la cosa no termina allí. Los más de 300 mil miembros de la fuerza pública –con una marcada tendencia a respaldar el “continuismo”- que no pueden votar hacen efectivos los votos de sus familiares, que sí pueden hacerlo, con lo que tendríamos que sumar otro millón de votos potenciales. Y si sumamos los gremios que están “comiendo del pudín” estaríamos hablando de otra cantidad inestimable dentro del potencial electoral que favorecería al oficialismo. Haciendo sumas y restas podríamos decir con alto margen de confiabilidad que el candidato oficialista arranca con una no despreciable ventaja de 5 millones de votos.

¿Dónde están los demás votos? Claramente son los que aportan los libre-votantes, aquellos que siguen convencidos de que Uribe es un ser inmaculado o un héroe de la patria (y que apoyan a su candidato), los que sienten antipatía por Mockus, los que creen inocentemente que respaldan la mejor opción, y en resumen todos aquellos que “sin comer del pudín” aportan su voto al oficialismo, al continuismo, o en el más aberrante de los casos al mismo Santos.

Ahí está la clave! En convencer a un “inocente útil” de al menos estudiar su voto. Cada voto restado a Santos y sumado a Mockus es un +2 en la ecuación. El hacer parte voluntariamente de una “maquinaria ciudadana” en la que no hay nada para repartir, sino principios para compartir (como reza el aforismo), requiere de gran esfuerzo y desgaste, y pudiéramos al final ser derrotados en la lucha donde nosotros simbolizaríamos a David y el Establecimiento a Goliat, pero jamás podrán decir que no luchamos hasta el último día.

LUCHA mockusista, LUCHA! Al final -en el peor de los casos- recibirás la recompensa de hacer parte de un grupo de colombianos que respaldaron la legalidad, el respeto por la vida, el buen manejo de los recursos públicos, y la educación como mecanismo para derrotar la pobreza, lo que obligará al gobernante de turno a moderar o reorientar los métodos tradicionales, frente al rechazo de un músculo ciudadano que por primera vez alza la voz con convicción y consistencia.

JPDR (Bogotá, junio 14 de 2010)

Saturday, June 12, 2010

LOS AUTO-GOLES DE MOCKUS

Antanas Mockus empezó a perder prosélitos durante las dos últimas semanas de campaña, éstos migraron principalmente hacia las canteras de Petro y Vargas Lleras. Aún bajo tal evidencia los resultados no dejaron de ser sorpresivos, al menos para la opinión, que confiaba en una proximidad con lo que mostraban las encuestas. La explicación de la diferencia –asumiendo que las hipótesis de que hubo fraude electoral estén equivocadas- radica en que sectores muy específicos del electorado desteñirían la muestra en cualquier caso, haciendo que el error real fuera tan grande que la prueba no tuviera un margen de confianza suficiente para validar su resultado. Me sorprendí, principalmente durante el último mes, de la cantidad de gente que “come de esa torta”, de la torta del uribismo, de la torta de lo que pretende Santos continuar. No son sólo los empleados públicos, ni los beneficiarios de Familias en Acción, ni los contratistas a favor de quienes el Estado fabrica las licitaciones más jugosas, sino un sector significativo de la empresa privada que mueve sus fichas buscando mantener ciertos beneficios o inmunidades que una ley amañada les otorga.

Todo lo anterior al final conduce a que, por ejemplo, mientras flotas de buses transportaban en todo el país a cantidades ingentes de prosélitos –o borregos- de Santos, sólo una flotilla de voluntarios pusiera en servicio sus vehículos particulares para el transporte de seguidores Verdes. Sin embargo, en un escenario hipotético en el que se lograra captar a un porcentaje importante de los libre-votantes que depositaron su voto a favor de Santos, y mantener comprometidos a quienes en principio se identificaron con los principios de gobierno de Mockus, la guerra estaría mucho más reñida (aún con ventaja para Santos). Un factor que sin duda desestabilizó la ecuación fueron los “auto-goles” de Mockus. Aquí está mi top 5:

1. La no vinculación de asesores: la campaña del Partido Verde desestimó el aporte que pudieron haber entregado estrategas especialistas en ganar elecciones, lo que sí hizo sabiamente la campaña de Santos. J.J. Rendón en realidad estaba en la cola de la lista.

2. La ausencia de prevención: en varias ocasiones Mockus fue llamado por periodistas claramente afines a la candidatura de Santos (como ocurrió en Astros de la Z, donde lo entrevistó un amigo político de Rodrigo Rivera, o en el programa de José Gabriel Ortiz, quien se declara santista), sin embargo no fue prevenido. Debió sospechar que de alguna manera intentarían perjudicarlo en el curso de estas entrevistas. Si bien denotaba valentía ir a meterse en la boca del lobo debía hacerse con prudencia extrema. Ya antes le habían hecho montajes utilizando informaciones incompletas, otra razón para haber estado muy prevenido.

3. La utilización de un lenguaje confuso: muchos colombianos no entienden con claridad a lo que se hace referencia con el término ‘tendencia’, o ‘escepticismo’, lo que ayudó a confundirlos en torno a que Mockus fuera ateo o que extraditaría a Uribe. Tampoco entienden la ejemplificación de una regla de tres. A adversarios tan mañosos no se les podía dar semejante ‘papaya’.

4. Salario de los médicos: en diez segundos no se podía explicar que en la actualidad un tercio del presupuesto nacional está siendo conducido a la salud pública, y que la expansión del cubrimiento condujo al colapso del sistema. Haberse atrevido a cuantificar el salario que el sistema colapsado podría pagar a médicos generales (confundiéndolo con el galimatías del ‘debería’) fue un grave error de cálculos. Aunque Mockus cree en las competencias y las condiciones de mercado como factores determinantes confundió a la opinión; y los médicos –sin formación en matemáticas- tienden a adolecer de pensamiento crítico y a tragar sin masticar (esto último lo digo por la lección aprendida que me dejó la oportunidad de durante un año haber estudiado esta bella ciencia). Por otro lado otros sintieron que si a los médicos les correspondía un salario bajo a ellos –sin tanto pergamino- les iría mucho peor.

5. Más impuestos: hablar de un tema tan sensible como reestructuración tributaria en campaña resultó perjudicial. Partir de la premisa de que los ricos estarían un poco más dispuestos a tributar a favor de los pobres fue una equivocación, en un país en el que impera el egoísmo y el beneficio particular, los unos pensarían en sí mismos, y los otros permanecerían inadvertidos.

Creo que estos cinco errores se llevaron un montón de votos, si los VERDES somos (y digo “somos” porque me considero uno más) capaces de revertir eso o no es algo sobre lo que tendremos certeza el 20 de junio próximo.

Por ahora seguiré aquí, porque quiero, porque me nace, porque creo en este proyecto, NO porque me pagaron. No porque esté esperando “un pedazo de la torta”.


JPDR (Bogotá, junio de 2010)

QUE GANE EL VOTO LIBRE

No puede ser producto de la casualidad ni de un súbito y radical cambio del mapa político que las distintas firmas encuestadoras hayan estado tan lejos de la realidad de lo ocurrido en la primera vuelta por la elección presidencial, pero siempre cercanas entre sí. La excusa de que el escenario cambió sobre la recta final de la contienda resulta poco creíble, dado que diez días antes se señalaba un empate técnico y el resultado del escrutinio mostró un candidato oficialista duplicando la votación de su adversario más cercano. Hay algo que me resulta aún más curioso, la campaña de Santos tenía el dato del 44% de intención de voto para su candidato y del 28% para Mockus tres semanas antes del día de la elección, provisto de ‘su propio ente encuestador’, que resultó ser mucho más preciso que el obtenido por las firmas encuestadores a menor tiempo del día de la elección.

El dato del 44% - 28% lo supe por boca de uno de los miembros élite de la campaña de Juan Manuel Santos, y sólo lo pude encontrar impreso el lunes 31 de mayo en la edición de la revista Semana. Supe por boca del mismo sujeto que entre ellos y distintos miembros de la cúpula de gobierno corrían apuestas de varios millones de pesos sobre su eventual victoria en primera vuelta. Ellos estaban muy seguros de que ganarían, la pregunta es ¿por qué? Al final perdieron, lo cual asumo que les resultó sorpresivo pese a la descomunal ventaja.

Con una abstención cercana al 50%, dentro de los límites esperados, la ventaja del candidato oficialista fue estremecedora, con un 46,6% del escrutinio válido total, frente a un 51,9% a partir de la sumatoria de los porcentajes obtenidos por los otros 8 candidatos juntos. Resulta impensable que pudiera lograrse canalizar todo ese potencial electoral en una sola fuerza, única alternativa visible para derrotar a Juan Manuel Santos. Si la Constitución lo permitiera, yo sería el primero en aceptar que no se hiciera segunda vuelta y el dinero ahorrado se invirtiera en dos escuelas en el Putumayo, sujeto a la condición innegociable de que en ella se matricularan en una cátedra de ‘moralidad’ Sabas y Fabito, en una de ‘prudencia’ Roy Barreras y Armando Benedetti, en una de ‘estructura del pensamiento’ Angelino y Rodrigo Rivera, y en todas a doble jornada Alvarito y Juan Manuel.

En defensa y respaldo de la proclamación de Colombia como estado democrático, propongo que se lance un “decreto de emergencia electoral”, donde en segunda vuelta se restrinja el derecho al voto a segmentos que por la lógica de la conveniencia particular tendrían una tendencia marcada por el candidato oficialista, para que el voto libre sea el que decida la contienda. En esa dirección, propongo que no voten los familiares en primer grado de los miembros de la fuerza pública, que no voten todos aquellos que hacen parte del andamiaje político actual ni sus familias, que no voten ni socios ni empleados de contratistas frecuentes del estado, y que no voten los beneficiarios de las distintas políticas de auxilios y subsidios ni sus familias. Si restamos esta población electoral, hacemos de forma inequívoca un proceso más justo, donde el voto libre decida quién deba ser el próximo presidente.

Por lo pronto la sigo teniendo clara, VOTO, y voto VERDE en segunda vuelta.


JPDR (Barranquilla, junio de 2010)

DESAFÍO 2010: LA LUCHA POR LA REGIÓN

Claudia Gurisatti y José Gabriel Ortiz, presentadores del Desafío 2010 “La Lucha Por La Región”, anuncian el reto final que le dará al equipo ganador el control de la región. Empieza Claudia Gurisatti:

-Hoy, uno de estos dos equipos se alzará con la victoria. De un lado tenemos al equipo ‘Naranja’, liderado por su capitán Juan Manuel Santos (Santos frunce el entrecejo al advertir que se le relaciona con el ‘naranja’, color que ya no porta su equipo). – Continúa José Gabriel– Del otro lado tenemos al equipo ‘Verde’, liderado por su capitán Antanas Mockus. A continuación cada capitán presentará a sus coequiperos, cinco colombianos que los acompañarán en el desarrollo de esta difícil prueba.

El turno de intervenir de Juan Manuel:

-Primero que nada quiero aclarar, para evitar suspicacias, que uno de mis coequiperos NO es colombiano, sin embargo ha sido asignado como ‘jefe de estrategia’; claro está que sólo recibiría parte del territorio si alcanzáramos la victoria, de otra manera será desterrado; además, pongámosle algo de picardía a esto! – De repente irrumpe uno de sus coequiperos, Angelino Garzón – Yo no sé qué tiene de malo que un extranjero venga a aportar en este equipo, si en otros países los ilegales son millones, eso es discriminación! – El capitán Santos retoma la vocería – como lo ha indicado mi colega, nuestro estratega, J.J. Rendón, permanecerá en este equipo hasta el final, gústele a quien le guste. Nuestro equipo lo completan –prosigue Juan Manuel- Aurelio Iragorri Jr., nuestra cuota de renovación; Roy Barreras, baluarte del respeto y la prudencia; y Andrés Felipe Arias, coordinador de repartición de ayudas.

Interviene Claudia Gurisatti:

- ¿Qué opina capitán Antanas Mockus de que su adversario cuente con un extranjero entre sus miembros?

- Yo me ajusto a lo que digan las normas del juego, si los actos por parte del adversario son legales nosotros no tendremos ningún problema en continuar –responde Antanas-.

- En ese caso – continúa José Gabriel – le daré la palabra a nuestro juez, Fernando Londoño, quién actúa vigilado por los reguladores del cumplimiento y la verdad asignados por esta dirigencia, Guillermo León Valencia Cossio, Yidis Medina, Teodolindo Avendaño y Jorge Noguera; él será el encargado de resolver esta situación. Tiene la palabra Fernando Londoño:

- Bueno, de acuerdo con el artículo tercero, parágrafo segundo, “ningún extranjero podrá recibir premio alguno en este juego”; el capitán Juan Manuel ha sido enfático en que sólo en caso de ganar la contienda le daría participación a “J.J”., y dado que aún no ha ganado creo que no estaríamos cometiendo ninguna irregularidad, al menos no en este momento, después veremos. El juego puede continuar.

- Capitán Mockus – continúa Claudia Gurisatti – Es su turno de presentar a sus coequiperos:

Mockus junta las manos a la altura del pecho, baja levemente su cabeza y agradece la oportunidad por parte de la moderadora.

-Me acompañan Sergio Fajardo, que a pesar de estar en silla de ruedas y con la cadera fracturada ha querido estar aquí; Enrique Peñalosa, líder en ejecuciones, pero no las extrajudiciales; Lucho Garzón, veedor del aporte consistente de los miembros de este grupo; Gilma Jiménez, defensora de nuestros derechos y fiscal del cumplimiento de nuestros deberes; y Carmenza Saldías, mi brazo derecho en la toma de decisiones.

Continúa Claudia Gurisatti - Apreciados concursantes, la comisión anti-fraude estará observándolos, hemos creído conveniente que ésta esté conformada por el ganador de la versión anterior de este juego, Álvaro Uribe Vélez, acompañado por tres hombres esclarecidos, grandes intelectuales y estandartes de la justicia y la verdad: Rodrigo Rivera, Fabio Valencia y Salvatore Mancuso.

Prosigue José Gabriel – No cabe duda de que hay todas las garantías para ambos equipos, arrancan en igualdad de condiciones, nunca se había visto un escenario tan justo para el desarrollo de esta prueba. Ahora les corresponde dirigirse en privado a sus compañeros antes de iniciar el recorrido final. Tienen 2 minutos cada uno con sus respectivos grupos.

De un lado, Antanas se dirige privadamente a sus compañeros: “muchachos, lo importante es ganar limpiamente, nada de atajos, siempre respetando las reglas de juego. Demostremos que la unión hace la fuerza, y vamos juntos por la victoria”.

Del otro lado, Juan Manuel hace lo propio: “señores, atentos al error del contrario, con seguridad encontraremos mayores oportunidades de ganar en los desaciertos del rival que en los aciertos propios. Y si en algún momento tienen que cambiar de opinión, háganlo! No sean imbéciles! A ganar!”


JPDR (Bogotá, mayo de 2010)

EL VIACRUCIS DE SER MOCKUSISTA

Todo empezó hace poco más de cuatro años, cuando no desaprovechaba oportunidad para hablarle a quien fuera e invitarle a conocer la propuesta programática de Mockus, y a considerar darle su voto para las elecciones presidenciales que se avecinaban. Mi esfuerzo era incansable, y mucho más de cemento que de redes internautas; por esa vía sólo contaba con un estatus en mi ‘nick’ de Messenger que decía “¡ANTANAS PRESIDENTE 2006-2010!”.

En ese proselitismo moderado, pero tenaz, empecé a enfrentarme con esa cultura del “no tomo partido si antes no han tomado otros la iniciativa”. A partir de esa premisa era muy común escuchar respuestas como “yo votaría por Mockus si no fuera a perder mi voto”, “yo creo en Mockus como alcalde, pero de presidente no sé”, “hay que seguirle dando es plomo a esa guerrilla, yo sigo con Uribe”, “eso es perder el tiempo, eso gana Uribe sobrado”, “mejor es votar por Gaviria que le está haciendo la guerra a Uribe”, entre otras.

Yo, aun optimista, tenía una respuesta preparada para cada una de las más esperadas respuestas, aprendida en el curso de mi actividad proselitista. El conocer los resultados de la gestión de las dos alcaldías de Antanas -representados en el saneamiento a las finanzas del distrito, los importantes logros en materia de orden público, los innegables avances en salud, en educación, en infraestructura, en movilidad, en reducción de muertes violentas, y sobretodo el paso gigante de haber logrado involucrar a cada individuo en el proceso de transformación- hacía que mi fe fuera de ingente magnitud.

El haber enfrentado con todo rigor la amenaza guerrillera de las Farc tras la abrupta suspensión de la ‘zona de despeje’ por parte del presidente Andrés Pastrana –con el apoyo de Gonzalo De Francisco- , derrotado la oposición del órgano legislativo a su mandato, la construcción de un equipo de trabajo en el que no hubo que pagar favores políticos, y su obsesión por salvaguardar la vida de cada ciudadano y los recursos públicos, me hacían verlo no sólo como un hombre de colosal capacidad e inteligencia, sino también de extraordinario temple y al mismo tiempo de nobleza sublime.

Por todo eso lo respaldé hasta el último día, un 28 de mayo, en el que camino a las mesas de votación seguía intentando convencer a más ciudadanos de depositar su tarjetón con una cruz sobre el Movimiento Social Indígena, el que Mockus representaba, afirmando que los indígenas de Colombia eran “una minoría extraña, pero valiosa”. Al final 141.000 colombianos depositamos nuestra confianza en Mockus, que luego del fracaso parlamentario de su lista “Visionarios con Antanas” -que no obtuvo un solo escaño en ninguna de las dos cámaras- le seguimos hasta el final, obteniendo la cuarta votación en unas elecciones, como ha sido costumbre, polarizadas, caso aquél entre el uribismo y el anti-uribismo (representado desde el ala de la izquierda radical por Carlos Gaviria del Polo, y de la izquierda moderada por Horacio Serpa del partido Liberal).

Y muchos le seguimos creyendo ahora, cuatro años más tarde, incluso cuando aparecía muy lejos en las encuestas frente al candidato oficialista y frente a la candidata por el Partido Conservador. Súbitamente empezó a ascender en las encuestas como rócket, y cuando Sergio Fajardo le adhirió el efecto fue multiplicador, un par de semanas más tarde aparecía ya de primero en casi todas las encuestas. En aquellos momentos la esperanza tocó un clímax que hizo el compromiso por la causa más firme que nunca, al advertir que existía por fin una alternativa tangible de ganar la presidencia de la república.

Cuando Antanas se convirtió para la sociedad colombiana en un ícono que enfrentaba los vicios de la política tradicional y al mismo tiempo representaba la antítesis de las vergüenzas del actual gobierno -de las que permaneció invulnerable el presidente Uribe-, muchos colombianos, de distintas corrientes ideológicas, empezaron a unirse a la causa de Mockus. Fue en ese momento, y sólo en ese momento, que empezó lo que algunos llaman “guerra sucia”, y que otros justifican como “estrategia de campaña”. Antes nunca les preocupó Mockus, nunca lo advirtieron como presidenciable, el oficialismo se sentía muy seguro de mantener el poder con el enorme respaldo de las maquinarias que regían –y que rigen- los hilos de la nación. Antanas Mockus era un enemigo pequeño, que no contaba con respaldos visibles.

Cuando empezaron las citadas “estrategias de campaña” los mockusistas empezamos a vivir un viacrucis cada vez que Mockus concedía entrevistas a los medios de comunicación, cualquier frase o expresión inoportuna sería recortada sin pudor por sus detractores y presentada –con animación incluida- como verdad irrebatible. Entonces Antanas cayó en el juego de tener que dar explicaciones sobre esas informaciones incompletas que presentaban supuestos dogmas suyos, por muy fácilmente desarticulables que resultaran simplemente utilizando, de las mismas fuentes, la información completa. Pero eso es apenas una parte del calvario que implica seguir el proyecto político de Antanas Mockus.

Ser mockusista activo implica estar por encima de las agresiones y saber controlar los instintos (no siempre se puede), siempre presentar el argumento como única arma en el debate, sacar tiempo de donde no hay (más proclive a ser del sueño) para estudiar un poco más y llenarse de armas (argumentos) para combates (debates) venideros, sacar ratos TODOS LOS DÍAS para practicar un proselitismo en el que la primera invitación debe ser a votar libremente, llevar el color Verde no sólo en la camiseta sino en la mente y en el corazón. Ser mockusista es una ‘profesión’ absolutamente desgastante e inquisidora, donde el adepto se hace mártir, pero el poder de la convicción y la fe le levanta para seguir con la tarea hasta el último día.

Nunca he tenido la oportunidad de conocer personalmente a Antanas Mockus, él no sabe quién soy yo, probablemente nunca lo sabrá, pero si es elegido presidente sabré que yo puse mi pequeño aporte para el comienzo de la construcción de una nueva Colombia, con eso me bastará.

¡ANTANAS MOCKUS PRESIDENTE 2010-2014!

JPDR (Bogotá, mayo 23 de 2010)

¡ANTANAS GANADOR!: UN VERDADERO FENÓMENO DE OPINIÓN

Si hay algo en que coincidimos fuertemente mockusistas y santistas es en hablar mucho de Mockus, y sólo un poco de Santos. Ello es fácilmente comprobable en foros virtuales, secuencias de comentarios en columnas de opinión, y hasta en reuniones sociales. Es curioso que hace apenas un mes no existía un solo grupo en FB “anti-Mockus” (mientras que habían 141 grupos anti-Santos), y que hayan éstos súbitamente aparecido y proliferado en el último par de semanas.

En casi cualquier muestreo aleatorio que se haga –salvo quizá en zonas recónditas donde aún exista el culto a Uribe como figura legendaria- quedará demostrado que el fenómeno de opinión se mueve en torno a la figura de Mockus, y que en micro-votaciones, en lugares donde se muevan personas con acceso a la información y con capacidad de discernimiento, ganaría Mockus de forma arrolladora.

Para mí Mockus ya ganó, independientemente de lo que pase en la primera o la segunda vuelta, porque ya logró hacer despertar y reaccionar al país, ya muchos más encuentran argumentos sólidos para defender su causa y su figura, como gendarme de integridad y como opción válida de poder que de su contrapartida. Mockus no cuenta con 5 millones de votos potenciales por parte de los beneficiarios de un programa como Familias en Acción, ni del respaldo de las maquinarias; sólo cuenta con un pequeño aparato político que recién logró establecer, y con pequeños grupos que se lograron instalar en niveles de poder medios o bajos, más a través de sus copartidarios que de él mismo. Nadie está coaccionado a votar por Mockus. Muy pocos ven en Mockus la opción de mantener su estabilidad laboral o económica. Luego ya Mockus es incontrovertible ganador, y para quienes aseguran que con más de medio congreso uribista, Mockus no podría gobernar, creo que Santos, con más de medio país en contra de lo que significa y representa su figura, mucho menos podría hacerlo.

Probablemente mi psicología no opere de manera muy distinta de la de un partidario de Santos, pero con el ejemplo la mente se readapta; mientras que de forma casi invariable un santista se expresa de Mockus con términos descalificantes y argumentos vagos, al tiempo que utiliza como argumento de campaña la exacerbación del miedo –ya sea bajo la hipótesis del retorno inevitable del terror por las guerrillas o de la guerra con Venezuela, cual de las dos más absurdas y desarticulables- un mockusista prefiere utilizar ese tiempo y espacio para hacer visible una propuesta que expone la Legalidad y la Educación como cimientos de una nueva sociedad.

Me sorprende que un santista promedio utilice sus espacios virtuales mayormente para compartir informaciones que descalifican a Mockus, la mayoría de ellas fácilmente desarticulables por estar incompletas o manipuladas, en lugar de intentar mostrar algo a favor de Santos. Me sorprende aún más que un santista promedio se una a grupos como “Yo no como Mockus”, “Yo soy de los 7.000.000 que NO votaré por Mockus”, o “No le demos ventaja a las Farc, votemos por Santos”. Yo sólo con dar un vistazo rápido a la ortografía de quienes opinan en esos grupos les señalaría como grupos corruptores.

En estas semanas muchos de mis ‘amigos de FB’ han borrado mis comentarios en secuencia de los suyos, otros me han enviado mensajes internos descalificando mi inteligencia o moralidad por ser partidario de Mockus, y los más radicales me han eliminado de su lista de contactos. Y no los culpo, son víctimas de una aprobación que les da a tales actitudes la campaña del candidato que defienden, como fui yo víctima de concentrarme en hacer visible lo bueno de Mockus, siendo que había empezado mi proselitismo desacreditando a Santos –al menos utilizando información completa y verás-. Nada más astuto y avieso a la vez que protegerse de los métodos propios instalando mecanismos de defensa a esos mismos métodos. Luego la lección es que uno resulta siendo víctima de lo bueno y de lo malo, sin quererlo o proponerlo.

Ojalá los colombianos podamos ser víctimas, al menos durante los cuatro años que vienen, de la legalidad, la educación, el respeto por los recursos públicos, y la decencia; y no de la difamación, la mentira, la exacerbación del miedo, y la picardía.

JPDR (Bogotá, mayo 2010)

NIGERIA VS CAMERÚN

El fútbol es mi gran pasión, me cuesta deslindar mi mente de él, incluso en tiempos pre-electorales. Tuve un sueño en el que mi mente combinó el fútbol con el escenario político, y en cuanto desperté decidí con premura relatar el prolijo sueño. Aquí les va:

Soñé un partido de fútbol entre Nigeria y Camerún –Los Verdes frente a los Verdi-Amarillo-Rojos-, seleccionados africanos que llevan los colores de los partidos en disputa electoral. El de Mockus y el de Santos (Hace unos días me habría tocado imaginarme a Nigeria y Holanda, pero ante el acto repentino por parte de La U de suprimir el naranja y utilizar nuevamente el tri-color, mi mente tuvo que cambiar a Holanda por Camerún).

Formaciones de los equipos:

Nigeria (El Verde de Mockus -vestido de blanco, para diferenciarse-): Forman con un 4-2-1-3 (esquema ultra-ofensivo, un tanto osado). Arquero: Sergio Fajardo; defensas: Gilma Jiménez, Jorge Londoño, Jhon Sudarsky y Alfonso Prada; volantes de recuperación: Gonzalo de Francisco y Lucho Garzón; volante creativo: Antanas Mockus; delanteros: Enrique Peñalosa, Salomón Kalmanovitz y Ángela María Robledo.

Camerún (El Tri-color de Santos): Forman con un 5-4-1 (esquema ultra-defensivo). Arquero: Juan Manuel Santos; defensas: Roy Barreras, Luis Guillermo Giraldo, Angelino Garzón, Dilian Francisca Toro y Rodrigo Rivera; volantes: Plinio Olano, José Obdulio Gaviria, Herney Abadía –le dieron permiso de salida en la Picota- y Andrés Felipe Arias; solitario en punta: Álvaro Uribe Vélez.

El árbitro del juego, Alejandro Ordóñez de Santander -acompañado en los actos protocolarios de sus jueces de línea, José Name Terán y Roberto Gerlein de Atlántico- se dispone a dar inicio al juego. Se escucha el pitazo inicial. Saca Camerún.

Arias lanza un pase atrás que recepciona bien José Obdulio, Uribe corre hacia adelante y el mismo José Obdulio le lanza un pase largo. Uribe se deja caer en medio de los centrales ‘verdes’ cuando advierte que entra al área en desventaja posicional. El juez Ordóñez señala saque de meta; Uribe le reclama airadamente y el juez lo invita a levantarse.

Saque largo de Fajardo, Mockus recepciona en medio de Abadía y José Obdulio, se suman Plinio y Arias en procura del balón, Mockus hace una ‘cabriola’ en velocidad y deja regados a los cuatro, lanza un pase en profundo buscando a Peñalosa que entra por derecha, Rivera se lanza en plancha mostrando los taches, Peñalosa esquiva el planchazo y el balón le llega a Kalmanovitz quien se estrella violentamente con Angelino. El juez suspende el juego y le muestra amarilla a Kalmanovitz, presuntamente por juego peligroso, mientras Peñalosa le muestra al árbitro un profundo rasguño a la altura del cuello, al parecer propinado por Dilian Francisca.

El primer tiempo termina 0 por 0. Tres jugadores ‘verdes’ han visto la amarilla, Kalmanovitz, De Francisco y Sudarsky. Un jugador de Camerún también vio la amarilla, el arquero Santos, por hacer tiempo en los saques de meta.

Arranca el segundo tiempo. Sale por la banda izquierda de Nigeria el lateral Alfonso Prada, la cede a Ángela María, que de taquito la deja en los pies de Mockus, momento en el que Roy Barreras la barre sin balón y la deja doliéndose en el piso, el juez concede la norma de la ventaja. Mockus cambia de pierna y le lanza un centro a Peñaloza quien se levanta y con cabezazo implacable abajo vence la resistencia del portero Santos. Los ‘verdes’ no alcanzan a celebrar cuando el línea de occidente, José Name, tiene la banderola arriba indicando que hay posición viciada. Kalmanovitz reclama al juez por no aplicar la medida disciplinaria a Roy Barreras -momento en el que Ángela Robledo es retirada en camilla y se prepara un cambio-; el juez Ordónez muestra la segunda amarilla a Kalmanovitz por reclamar y tiene que irse. Ingresa en reemplazo de Ángela María, improvisado como delantero, Félix Valera.

Nigeria, con un hombre menos, no renuncia a su aspiración de ganar la contienda. Mockus recibe de Lucho, hace pared con Peñalosa y saca un remate violento desde fuera del área que no logra controlar el portero Santos. Los ‘verdes’ corren a celebrar. Un par de barras bravas, que se hacen llamar “Familias En Acción con Camerún” y “Beneficiarios de AIS con el Tri-color” empiezan a arrojar objetos desde las graderías a los nigerianos que celebran. Afortunadamente no hay hechos que lamentar.

El veterano Aurelio Iragorri, sale del banco de suplentes de Camerún, se le acercan a la raya Luis Guillermo, Roy, Plinio y Rodrigo. “Muchachos, estamos todavía a tiempo de cambiarnos de equipo, ¿qué dicen?” - Pregunta Iragorri –. Le responde, desgastado, Luis Guillermo Giraldo -“ya se lo propuse al ‘diez’ de Nigeria, le dije que con un ministerio, dos embajadas y tres notarías nos conformábamos, pero me salió diciendo dizque: “aquí sólo aplica la meritocracia”. Yo nunca había escuchado esa palabra, así que no sé qué me quizo decir”-.

El partido continúa. Faltan escasos cinco minutos para el final. Hay un tiro de costado a favor de Camerún, despeja de cabezazo certero Jorge Londoño, cae al piso dando muestras de dolor el atacante Uribe Vélez; Andrés Felipe Arias corre a increpar a Londoño. Salen del banco de suplentes Sabas Pretelt De La Vega, Diego Palacio, Andrés Uriel Gallego y Fabio Valencia Cossio. Más atrás, como medio dormido, se asoma Carlos Holguín Sardi preguntando: “¿qué pasó?”. El línea de oriente, Roberto Gerlein, levanta la banderola. Se le acerca el juez Ordóñez y acto seguido regresa al campo, señala el punto penal, sanciona la falta y le muestra roja directa a Jorge Londoño. Cuando Londoño se retira del campo le dice Uribe al oído: “eso son mínimo diez fechas, y si después del partido lo veo por la calle le doy en la cara, marica”.

Se prepara para ejecutar el mismo afectado. Coloca el balón, corre al remate, se frena, el arquero Fajardo se juega al lado derecho, y Uribe Vélez se lo coloca al lado izquierdo. El cuadro camerunés celebra el empate. Regresan al banco todos los que salieron luego de la celebración del gol, junto con Armando Benedetti y Pacho Santos (que nadie sabe de dónde salieron).

Falta un minuto para finalizar el encuentro. Roy Barreras arrolla a Peñalosa; ve la amarilla, y hay cobro en el límite del área a favor de los ‘verdes’. Roberto Gerlein agita vigorosamente su banderola, se le acerca el juez central y a éste le asegura que la teja y la bolsa de cemento que están a escasos metros fueron arrojadas desde la tribuna. Ordóñez da por terminado el encuentro por falta de garantías.

El partido termina 1 por 1. Juan Manuel Santos se arremanga el buzo, y sale abrazado con Angelino en ademán de victoria, pero con cara de preocupación. Uribe se le acerca y le dice: “tranquilo Juan Manuel, esta semana me invento un pelea con Chávez, nos bajamos a dos jefes guerrilleros, traicionamos a otro paramilitar y vos verás cómo nos va mejor en el partido de vuelta”. Los hinchas de las barras bravas de Camerún hacen fila fuera del estadio para recibir un tamal.

La terna arbitral se retira. Sólo la madre de Mockus –que hace las veces de enfermera- sale del banco ‘verde’ a recibir a los jugadores. Peñalosa viene caminando cojo. Mockus ordena seguir concentrados, los invita a juntar sus manos, y les dice: “muchachos, no lo olviden, ¡la unión hace la fuerza!”. El cuadro nigeriano saluda al público que lo vino a acompañar, quienes los despiden en medio de aplausos.

Allí me desperté. Preocupado por lo que pudiera pasar en el partido de vuelta, pero con la tranquilidad de que Nigeria –mi equipo en los mundiales desde USA 94- en medio de caminos espinosos, lleva la dirección correcta.

Juan Pablo Díaz R. (Bogotá, mayo de 2010)

EL VERDADERO ANTANAS

Frente al escenario del ascenso inusitado en las encuestas del candidato Antanas Mockus hemos sido testigos de una inmensa campaña de desprestigio dirigida desde distintos frentes, principalmente desde las corrientes uribistas, concentradas desde el lado de Santos y Vargas Lleras, pero también de un sector del Partido Conservador –también uribista- y de otro del Polo Democrático. Lo curioso es que casi todas las acusaciones en contra del candidato Verde se caen por el peso de su manipulación o falsedad.

En el debate televisado por Caracol en el que los seis candidatos tuvieron la opción de enfrentar a uno de sus adversarios, tres escogieron a Mockus. Luego de este debate 2 mitos se desplomaron gracias a la verticalidad y consistencia de las respuestas de Mockus, pero se creó uno nuevo. Vamos por partes:

1. Ante la pregunta de qué haría él en caso de que se presentara la situación de un jefe guerrillero refugiado en un país vecino y la posibilidad de desarrollar un operativo militar más allá de las fronteras, fue enfático en que no lo haría, sin embargo dijo que “no recordaba qué había dicho en aquel momento”, dejándole una puerta abierta a sus adversarios para que por allí lo atacaran. También afirmó que decía aquello en un acto de prudencia extrema. En defensa de Mockus digo lo siguiente: cuando me enteré de la muerte de Reyes recordé la cara de este facineroso el día que Íngrid Betancourt fue a reunirse con él y otros miembros de la cúpula de las Farc, y de cómo miserablemente terminaron secuestrándola. No pude evitar alegrarme y de seguro que pude haber dicho algo como “menos mal mataron a ese desgraciado”. Sin embargo, más de dos años después del hecho no estoy seguro de cuánto bien y de cuánto mal se causó, pero estoy seguro de que miles de familias en el sur de Nariño han sufrido gravemente el bloqueo del comercio binacional durante este periodo, y hoy diría que el ataque fue un error de cálculos. Califico la respuesta de Antanas como un acto de sinceridad
imprudente, pero sinceridad al fin y al cabo, de lo que mucho Juan Manuel no tiene.

2. Vargas Lleras intentó inducirlo a revelar sus presuntas intenciones de acabar con el ejército para adoptar el modelo de Costa Rica. Mockus no pudo evitar que le causara un poco de gracia la punzada y dejó en claro que el modelo de Costa Rica era maravilloso, pero que no era viable en Colombia, y remató diciendo que sería un sueño para dentro de 20 o 30 años, con lo que desarticuló la acusación.

3. Santos le preguntó por el tema del déficit de tecnólogos, de forma maliciosa intentando socavar sobre la hipótesis de que una reforma en los parafiscales conduciría a la destrucción del Sena. Lo que los colombianos poco entienden –y que Santos sí- es que en este país la carga prestacional más alta del continente, y que ello repercute en el costo de un empleado, y por ende tanto en el dinero que éste recibe como en las posibilidades de que las compañías contraten más gente. Mockus respondió con solvencia, dejó en claro que modelos seguiría para mejorar, y al final Santos se quedó sin capacidad de contra-preguntar y con la áspera sensación de que el tiro le había salido por la culata. El acto osado de desafiar a un maestro en temas de educación le salió caro.

4. Petro le preguntó por la reforma a la política laboral, esperando que la respuesta de Mockus validara su teoría de que éste era ‘neoliberal’ (término utilizado para referirse a aquellos que no priorizan sus políticas a favor de las clases más necesitadas). Pero el candidato Verde le respondió con contundencia, exponiendo lo que pretendía la ley y lo que al final consiguió, afirmando que ésta producía un fracaso parcial.

Otros mitos utilizados en contra de Antanas Mockus:

1. Que es blando con la guerrilla: juicio que se desploma por sí solo cuando conocemos que fue Antanas Mockus coautor de los batallones de alta montaña, de los cordones de seguridad en el perímetro urbano –luego de la amenaza de ‘Jojoy’ de atacar Bogotá durante su segunda Alcaldía-, y de los planes de contingencia frente a eventuales atentados. También conocemos que triplicó los concejos de seguridad, que hizo la inversión hasta hoy más alta en fuerza pública y que tuvo la segunda tasa más baja de muertes violentas en más de 20 años de tasas críticas (sucedida por la primera).

2. Que es ateo: juicio que se cae por el simple hecho de que sus principios de gobierno parten de mandamientos de la ley de Dios, como “no robarás” (los recursos públicos son Sagrados), “no levantarás falsos testimonios” (como los que han levantado en su contra sin encontrar respuesta), o “no matarás” (la vida es Sagrada).

3. Que se le arrodilla a Chávez: esto tras su declaración de que “en algunos aspectos sentía admiración por el mandatario venezolano”. El candidato explicó que dicha ‘admiración’ radicaba en el hecho de que su pueblo lo había elegido democráticamente –para quien escuchó la intervención completa es claro lo que pretendía decir Mockus-. Sin embargo se rectificó diciendo que la palabra ‘respeto’ era más precisa, que “respetaba a Chávez por haber sido elegido legítimamente por su pueblo”. Es claro que Mockus no continuaría con las afrentas absurdas que al final sólo conducen a la inestabilidad de miles de empresas que dependen en buena medida del comercio binacional.

4. Que es demasiado limpio: ¡increíble! Esto para algunos es motivo de censura. “Es mejor un viejo zorro experto en chanchullos y marrullería”, esto dicen muchos santistas, con lo que dan a entender que no sólo eso piensan que su candidato representa, sino que peor aún, lo avalan (remitirse al artículo “El ‘Chip’ Colombiano”, de mi autoría).

Por si fuera poco se encuentran en YouTube numerosos videos que recortan intervenciones de Mockus al tiempo que arrojan interrogantes en lo que claramente no puede dar lugar a una interpretación objetiva. Ejemplo (1): habla Mockus del modelo de Costa Rica, recortan, arrojan el interrogante “¿un presidente que desmontará el ejército?” Ejemplo (2): recortan la pregunta del periodista, arrojan la supuesta pregunta editada en texto -“¿negociaría usted con las guerrillas?-, responde Mockus una pregunta completamente distinta – “¿Qué habría respondido usted a propósito de la pregunta que le formuló a Samuel Moreno en el debate?” (Suprimida en el video editado)-, luego lanzan la “clara conclusión” de una respuesta que no corresponde a la pregunta que realmente le fue formulada – “un candidato sin posiciones claras sobre temas críticos”.

Todo esto conduce únicamente a que quienes conocemos las versiones y contextos originales entendamos que la campaña de desprestigio es inmensamente deshonesta, lo que creo que al final –por ley de compensación- termina mostrando el verdadero espíritu de Mockus, que no cede ante la tentación de contra-atacar, permaneciendo no sólo estoico, sino invulnerable.

¿No sería más fácil para los Verdes atacar a Santos diciendo la verdad? ¿Por qué no lo hacen? ¿Será que Santos fue ‘legal’ cuando se reunió a espaldas del gobierno con grupos armados ilegales dentro y fuera del país? ¿Será que él mismo recuerda su discurso como pre-candidato presidencial en 1998, o cuando fue anti-uribista o cuando fue duro opositor de la primera reelección? ¿Será que Santos pensó que los recursos públicos eran Sagrados el día que uno de sus hijos se fue de paseo de finca en un helicóptero de la fuerza aérea –cuyo mantenimiento cuesta varios cientos de miles de dólares por año-? ¿Será que pensó que la vida era Sagrada cuando consintió el sistema de evaluación de resultados y recompensas que condujo a los falsos positivos? ¿Será que es moralmente correcto invitar a los militantes de otras bancadas a traicionar sus disciplinas de partido o inducir el miedo como mecanismo de campaña?

Antanas me ha hecho llegar a la conclusión de que su proyecto político defiende tan fuertemente su candidatura que no existe necesidad de atacar a las demás para captar adeptos. Definitivamente, el ‘verdadero Antanas’ es aún mejor que el creemos conocer.

JPDR (cielo nor-occidental colombiano, abr 2010)

LA ESTRATEGIA DE URIBE

Horacio Serpa fue el primero en presagiar que en 2002 Álvaro Uribe llegaría al poder. El paisa, de forma bastante hábil aprovechó la coyuntura, y adoptó el discurso de la implacable lucha contra los grupos armados ilegales -luego del fallido intento de una salida negociada y la suspensión definitiva de la zona de despeje-. Poco a poco colombianos se sumaron a su causa y empezó a subir en las encuestas de forma abrumadora.

Para entonces, valga decirlo, el mapa del conflicto entre Estado y guerrillas era bastante distinto del que tuvo Andrés Pastrana -o cualquier otro presidente- al iniciar su gobierno. Pocos entienden o recuerdan la fase crucial en la historia de la guerra interna que se cumplió durante el cuatrienio 1998-2002. Uribe recibe una plataforma para alcanzar una fuerza armada de 200.000 hombres -Pastrana arrancó con 40.000-, un Plan Colombia concretado con el gobierno Clinton, unas Farc internacionalmente reconocidas como terroristas –lo que condujo a un cambio en los códigos de guerra-, y una dotación en armamento, helicópteros, y tecnología de rastreo con los que nunca contó mandatario alguno. A los detractores del Caguán –que desconocen que el proceso fue respaldado por la mayoría de los colombianos y la comunidad internacional- que aseguran que las guerrillas se fortalecieron poca o ninguna conciencia tienen de lo que se fortaleció el ejército colombiano, que hoy es el más grande de Sur América, por encima del de Brasil, que nos quintuplica en población.

Con las herramientas en la mano Uribe fue capaz de cumplir con la promesa de combatir a los grupos guerrilleros, y el mismo discurso le favoreció para que los colombianos –a pesar de toda la ilegalidad adscrita al proceso de modificación de la Constitución para la aprobación de la reelección- volviéramos a elegirlo Presidente para el período 2006-2010. Intentó, de nuevo con el mismo discurso, prorrogar su mandato, pero esta vez la Corte Constitucional intercedió a favor de las Instituciones, de la estabilidad democrática y de la imagen internacional de Colombia al declarar inexequible la nueva modificación a la Constitución que pretendían los uribistas.

Realidad: hoy el ejército colombiano cuenta con más de 300.000 hombres y un equipo de armamento e inteligencia que lo hace uno de los ejércitos más poderosos del mundo. Realidad: en las selvas colombianas aun existe un estimado de 15.000 combatientes ilegales que mantienen vivas las insignias de las Farc, y otros grupos insurgentes. Realidad: hoy el gobierno destina al menos un cuarto del presupuesto nacional en combatir a un grupo al menos 20 veces más pequeño que el ejército nacional, y con al menos 200 veces menos recursos. Realidad: hoy todavía hay secuestrados en la selva, algunos llevan muchos años allí. ¿Es todo este escenario lógico basándonos en realidades inocultables?

Existen sólo dos hipótesis para explicar el hecho de que las Farc todavía existan y de que sean capaces de continuar con el negocio del narcotráfico, de mantener secuestrados en la selva, y de cometer uno que otro atentado exponiéndose como David frente a Goliat. 1. El gobierno es cómplice y les mantiene vivos, dándoles poder político con la recuperación a cuenta gotas de los secuestrados –ya sea por rescate militar o liberación unilateral- , y haciéndose el de la vista gorda con el desarrollo de su actividad narcotraficante. 2. Simplemente la estrategia de “mano dura” no es tan efectiva. Si me preguntan, yo pongo todas mis apuestas porque la realidad la ilustra la primera hipótesis. De cualquier manera, es incuestionable el hecho de que el gobierno está equivocado, ya sea de buena fe, por el fallo en una estrategia militar aplicada durante 8 años, o de mala fe, por la complicidad silenciosa que termina en un canje político –tú me dejas hacer mi negocio, yo te hago popular-.

La estrategia de Uribe consiste en mantener la guerra, el acabarla le daría un reconocimiento histórico pero le haría vulnerable en sus intenciones de perpetuarse en el poder, con él a la cabeza o en cuerpo ajeno –para lo que le habría sido más útil uribito que Juan Manuel, pero le tocó con Juan Manuel-. El resto de sus políticas abren un espacio demasiado grande para la duda, y sus métodos resultan altamente cuestionables.

Hay un nombre que nos invita a ver el problema desde otra óptica, que nos induce al análisis de las razones sistémicas de esa guerra, que nos propone soluciones de fondo para acabarla, que nos demuestra cómo la raíz de éste y de los principales problemas de nuestra patria está en la ilegalidad. Ese nombre es Antanas Mockus. Para Mockus valdrá más el reconocimiento de la historia que la obsesión de mantenerse en una silla. Si Colombia no aprovecha esta oportunidad histórica de tener un ‘duro limpio’ en el poder seguramente no la volverá a tener.

JPDR (Bogotá, 2010)

QUÉ TAL SI...

Qué tal si cambiamos las basuras en las calles por jardines. Qué tal si cambiamos la agresividad por tolerancia. Qué tal si cambiamos las paredes empapeladas con propaganda política por murales artísticos. Qué tal si cambiamos el “CVY” por la meritocracia. Qué tal si cambiamos la burocracia por los talentos. Qué tal si cambiamos los puestos por las ideas. Qué tal si cambiamos los fusiles por cuadernos. Qué tal si cambiamos las peleas populistas entre mandatarios por el bienestar de las zonas fronterizas. Qué tal si cambiamos los falsos positivos por becas. Qué tal si cambiamos la corrupción por la indignación de un pueblo que la censura. Qué tal si cambiamos el bien particular por el común.

Qué tal si logramos un país menos contaminado. Qué tal si logramos un país con menos carros y más árboles. Qué tal si logramos un país con más y mejores empleos. Qué tal si logramos un país con más y mejores socios comerciales. Qué tal si logramos un país con mayor acceso a la educación superior. Qué tal si logramos una Colombia menos indiferente. Qué tal si logramos una Colombia menos desigual. Qué tal si logramos una Colombia que condene el delito, y que tenga de quien seguir ejemplo.

Qué tal si empiezo yo. Qué tal si empiezas tú. Empecemos los dos. Este 30 de mayo tenemos una oportunidad histórica de empezar a derrotar la ilegalidad y la indiferencia.

Este 30 de mayo vota limpio. Vota inteligente. ¡Antanas Presidente 2010-2014!


JPDR (Bogotá, abril de 2010)

EL CHIP COLOMBIANO

En Colombia, desde hace algún tiempo ya, quedó grabado en nuestro ‘chip’ un código de permisividad, consentimiento y resignación. Un colombiano con facilidad encuentra una justificación válida para sobornar a un policía, pasar un semáforo en rojo, evadir impuestos, quedarse con un cambio, copiarse en un examen o apagar un celular que encontró abandonado y echárselo al bolsillo. Increíblemente un colombiano promedio no llega a sentir remordimiento o culpa alguna tras proceder bajo conductas afines a los ejemplos citados, aun teniendo la conciencia de estar cometiendo, en algún nivel, una falta; está grabado en nuestro código, contenido en nuestro ‘chip’, es parte de nuestra ‘cultura’.

Esa capacidad de saltarse la norma sin sentirse culpable o temer a una ‘sanción social’ es lo que hace del colombiano un ciudadano que opera dentro de parámetros restrictivos, es decir, su mente de alguna manera está condicionada no sólo para brincarse la norma, sino que lo limita para mejorar su ‘calidad humana’. El colombiano promedio no maneja dicho concepto, no actúa bajo la premisa de mejorar su ‘calidad humana’, mas sí en la de mejorar su calidad de vida teniendo más, no importa lo que tenga que hacer o como se vea comprometida en el proceso su calidad humana. Me asalta la duda ¿será posible tener una mejor sociedad, un mejor país, si no nos preocupa ser mejores? Yo creo que no.

De forma consciente o inconsciente, intencional o involuntaria, quienes nos representan – a los que vemos, leemos y escuchamos casi a diario - se convierten de a poco en nuevos modelos y paradigmas que van modificando nuestro código, que van alterando, para bien o para mal, nuestro ‘chip’. Como no es mi intención proponer un debate ético, entre lo que a uno u otro pudiera resultarle correcto o incorrecto, y entendiendo el margen de subjetividad que marcan las individualidades, expondré hechos muy concretos que enfrenten las maneras de pensar –y la acción consistente con esa manera de pensar- de dos personas que se enfrentan en una contienda electoral cada vez más cerrada: Juan Manual Santos y Antanas Mockus.

Juan Manuel Santos, siendo político liberal de oposición del gobierno de Pastrana pasó a ser ministro de hacienda del gobierno conservador; terminado su ciclo retornó a las huestes liberales a través de las que aspiró a ser candidato a la alcaldía de Bogotá, mientras fue un duro opositor de la primera reelección. Cuando perdió la nominación se unió al uribismo.

Antanas Mockus nunca aceptó incluirse en las grandes maquinarias, nunca renunció a sus premisas, en todas sus intervenciones en política se unió a pequeños movimientos o participó de forma independiente, nunca aceptó alianzas con quienes mantuviera marcadas diferencias ideológicas, y nunca cedió -pese a haberse convertido en un fenómeno político- ante la tentación de apalancarse en fuerzas ocasionales para incremetar sus opciones de poder.

Juan Manuel Santos, en su campaña actual invita de forma pública y abierta a los miembros de otras colectividades a retirar el respaldo a sus candidatos para dárselo a él. Es decir, hace una invitación directa y sin pudor a traicionar las disciplinas de partido. El suyo, tras el evento reciente conocido como el “transfuguismo político” fue el más beneficiado recibiendo un buen número de nuevos congresistas, muchos de los cuales aparecieron en los últimos lugares de sus listas en número de votos. Por los tiempos es claro que fueron recibidos sin mayor estudio y que el proceso avaló el ‘todo vale’.

Antanas Mockus, en un país donde no había nada más devaluado que la vida humana, se atrevió a ejecutar acciones basándose en la premisa de que la vida es sagrada, que cada ser humano tiene derecho a una reivindicación, y a la posibilidad de transformarse. Tan coherente en su accionar fue su pensamiento que fue el único que se preocupó por proteger la vida de los indigentes que a diario aparecían muertos en el ‘Cartucho’, donde estableció un CAI.

Con base en hechos simples como los expuestos, ¿cuál de estos dos candidatos crees que tiene mejor capacidad de alterar positivamente ese ‘chip’ de los colombianos? ¿Cuál de los dos nos hace una mejor invitación a ser mejores cada día y a convertirnos en entes transformadores? ¿Con cuál de los dos crees que tendríamos la posibilidad de evolucionar mejor como sociedad?

Yo creo que Antanas Mockus. Yo creo en Antanas Mockus.


Juan Pablo Díaz
(Bogotá, abril de 2010)
Twitter: @juanpdiazr