Saturday, June 12, 2010

¡ANTANAS GANADOR!: UN VERDADERO FENÓMENO DE OPINIÓN

Si hay algo en que coincidimos fuertemente mockusistas y santistas es en hablar mucho de Mockus, y sólo un poco de Santos. Ello es fácilmente comprobable en foros virtuales, secuencias de comentarios en columnas de opinión, y hasta en reuniones sociales. Es curioso que hace apenas un mes no existía un solo grupo en FB “anti-Mockus” (mientras que habían 141 grupos anti-Santos), y que hayan éstos súbitamente aparecido y proliferado en el último par de semanas.

En casi cualquier muestreo aleatorio que se haga –salvo quizá en zonas recónditas donde aún exista el culto a Uribe como figura legendaria- quedará demostrado que el fenómeno de opinión se mueve en torno a la figura de Mockus, y que en micro-votaciones, en lugares donde se muevan personas con acceso a la información y con capacidad de discernimiento, ganaría Mockus de forma arrolladora.

Para mí Mockus ya ganó, independientemente de lo que pase en la primera o la segunda vuelta, porque ya logró hacer despertar y reaccionar al país, ya muchos más encuentran argumentos sólidos para defender su causa y su figura, como gendarme de integridad y como opción válida de poder que de su contrapartida. Mockus no cuenta con 5 millones de votos potenciales por parte de los beneficiarios de un programa como Familias en Acción, ni del respaldo de las maquinarias; sólo cuenta con un pequeño aparato político que recién logró establecer, y con pequeños grupos que se lograron instalar en niveles de poder medios o bajos, más a través de sus copartidarios que de él mismo. Nadie está coaccionado a votar por Mockus. Muy pocos ven en Mockus la opción de mantener su estabilidad laboral o económica. Luego ya Mockus es incontrovertible ganador, y para quienes aseguran que con más de medio congreso uribista, Mockus no podría gobernar, creo que Santos, con más de medio país en contra de lo que significa y representa su figura, mucho menos podría hacerlo.

Probablemente mi psicología no opere de manera muy distinta de la de un partidario de Santos, pero con el ejemplo la mente se readapta; mientras que de forma casi invariable un santista se expresa de Mockus con términos descalificantes y argumentos vagos, al tiempo que utiliza como argumento de campaña la exacerbación del miedo –ya sea bajo la hipótesis del retorno inevitable del terror por las guerrillas o de la guerra con Venezuela, cual de las dos más absurdas y desarticulables- un mockusista prefiere utilizar ese tiempo y espacio para hacer visible una propuesta que expone la Legalidad y la Educación como cimientos de una nueva sociedad.

Me sorprende que un santista promedio utilice sus espacios virtuales mayormente para compartir informaciones que descalifican a Mockus, la mayoría de ellas fácilmente desarticulables por estar incompletas o manipuladas, en lugar de intentar mostrar algo a favor de Santos. Me sorprende aún más que un santista promedio se una a grupos como “Yo no como Mockus”, “Yo soy de los 7.000.000 que NO votaré por Mockus”, o “No le demos ventaja a las Farc, votemos por Santos”. Yo sólo con dar un vistazo rápido a la ortografía de quienes opinan en esos grupos les señalaría como grupos corruptores.

En estas semanas muchos de mis ‘amigos de FB’ han borrado mis comentarios en secuencia de los suyos, otros me han enviado mensajes internos descalificando mi inteligencia o moralidad por ser partidario de Mockus, y los más radicales me han eliminado de su lista de contactos. Y no los culpo, son víctimas de una aprobación que les da a tales actitudes la campaña del candidato que defienden, como fui yo víctima de concentrarme en hacer visible lo bueno de Mockus, siendo que había empezado mi proselitismo desacreditando a Santos –al menos utilizando información completa y verás-. Nada más astuto y avieso a la vez que protegerse de los métodos propios instalando mecanismos de defensa a esos mismos métodos. Luego la lección es que uno resulta siendo víctima de lo bueno y de lo malo, sin quererlo o proponerlo.

Ojalá los colombianos podamos ser víctimas, al menos durante los cuatro años que vienen, de la legalidad, la educación, el respeto por los recursos públicos, y la decencia; y no de la difamación, la mentira, la exacerbación del miedo, y la picardía.

JPDR (Bogotá, mayo 2010)

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