Saturday, June 12, 2010

EL CHIP COLOMBIANO

En Colombia, desde hace algún tiempo ya, quedó grabado en nuestro ‘chip’ un código de permisividad, consentimiento y resignación. Un colombiano con facilidad encuentra una justificación válida para sobornar a un policía, pasar un semáforo en rojo, evadir impuestos, quedarse con un cambio, copiarse en un examen o apagar un celular que encontró abandonado y echárselo al bolsillo. Increíblemente un colombiano promedio no llega a sentir remordimiento o culpa alguna tras proceder bajo conductas afines a los ejemplos citados, aun teniendo la conciencia de estar cometiendo, en algún nivel, una falta; está grabado en nuestro código, contenido en nuestro ‘chip’, es parte de nuestra ‘cultura’.

Esa capacidad de saltarse la norma sin sentirse culpable o temer a una ‘sanción social’ es lo que hace del colombiano un ciudadano que opera dentro de parámetros restrictivos, es decir, su mente de alguna manera está condicionada no sólo para brincarse la norma, sino que lo limita para mejorar su ‘calidad humana’. El colombiano promedio no maneja dicho concepto, no actúa bajo la premisa de mejorar su ‘calidad humana’, mas sí en la de mejorar su calidad de vida teniendo más, no importa lo que tenga que hacer o como se vea comprometida en el proceso su calidad humana. Me asalta la duda ¿será posible tener una mejor sociedad, un mejor país, si no nos preocupa ser mejores? Yo creo que no.

De forma consciente o inconsciente, intencional o involuntaria, quienes nos representan – a los que vemos, leemos y escuchamos casi a diario - se convierten de a poco en nuevos modelos y paradigmas que van modificando nuestro código, que van alterando, para bien o para mal, nuestro ‘chip’. Como no es mi intención proponer un debate ético, entre lo que a uno u otro pudiera resultarle correcto o incorrecto, y entendiendo el margen de subjetividad que marcan las individualidades, expondré hechos muy concretos que enfrenten las maneras de pensar –y la acción consistente con esa manera de pensar- de dos personas que se enfrentan en una contienda electoral cada vez más cerrada: Juan Manual Santos y Antanas Mockus.

Juan Manuel Santos, siendo político liberal de oposición del gobierno de Pastrana pasó a ser ministro de hacienda del gobierno conservador; terminado su ciclo retornó a las huestes liberales a través de las que aspiró a ser candidato a la alcaldía de Bogotá, mientras fue un duro opositor de la primera reelección. Cuando perdió la nominación se unió al uribismo.

Antanas Mockus nunca aceptó incluirse en las grandes maquinarias, nunca renunció a sus premisas, en todas sus intervenciones en política se unió a pequeños movimientos o participó de forma independiente, nunca aceptó alianzas con quienes mantuviera marcadas diferencias ideológicas, y nunca cedió -pese a haberse convertido en un fenómeno político- ante la tentación de apalancarse en fuerzas ocasionales para incremetar sus opciones de poder.

Juan Manuel Santos, en su campaña actual invita de forma pública y abierta a los miembros de otras colectividades a retirar el respaldo a sus candidatos para dárselo a él. Es decir, hace una invitación directa y sin pudor a traicionar las disciplinas de partido. El suyo, tras el evento reciente conocido como el “transfuguismo político” fue el más beneficiado recibiendo un buen número de nuevos congresistas, muchos de los cuales aparecieron en los últimos lugares de sus listas en número de votos. Por los tiempos es claro que fueron recibidos sin mayor estudio y que el proceso avaló el ‘todo vale’.

Antanas Mockus, en un país donde no había nada más devaluado que la vida humana, se atrevió a ejecutar acciones basándose en la premisa de que la vida es sagrada, que cada ser humano tiene derecho a una reivindicación, y a la posibilidad de transformarse. Tan coherente en su accionar fue su pensamiento que fue el único que se preocupó por proteger la vida de los indigentes que a diario aparecían muertos en el ‘Cartucho’, donde estableció un CAI.

Con base en hechos simples como los expuestos, ¿cuál de estos dos candidatos crees que tiene mejor capacidad de alterar positivamente ese ‘chip’ de los colombianos? ¿Cuál de los dos nos hace una mejor invitación a ser mejores cada día y a convertirnos en entes transformadores? ¿Con cuál de los dos crees que tendríamos la posibilidad de evolucionar mejor como sociedad?

Yo creo que Antanas Mockus. Yo creo en Antanas Mockus.


Juan Pablo Díaz
(Bogotá, abril de 2010)
Twitter: @juanpdiazr

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