Saturday, June 12, 2010

QUE GANE EL VOTO LIBRE

No puede ser producto de la casualidad ni de un súbito y radical cambio del mapa político que las distintas firmas encuestadoras hayan estado tan lejos de la realidad de lo ocurrido en la primera vuelta por la elección presidencial, pero siempre cercanas entre sí. La excusa de que el escenario cambió sobre la recta final de la contienda resulta poco creíble, dado que diez días antes se señalaba un empate técnico y el resultado del escrutinio mostró un candidato oficialista duplicando la votación de su adversario más cercano. Hay algo que me resulta aún más curioso, la campaña de Santos tenía el dato del 44% de intención de voto para su candidato y del 28% para Mockus tres semanas antes del día de la elección, provisto de ‘su propio ente encuestador’, que resultó ser mucho más preciso que el obtenido por las firmas encuestadores a menor tiempo del día de la elección.

El dato del 44% - 28% lo supe por boca de uno de los miembros élite de la campaña de Juan Manuel Santos, y sólo lo pude encontrar impreso el lunes 31 de mayo en la edición de la revista Semana. Supe por boca del mismo sujeto que entre ellos y distintos miembros de la cúpula de gobierno corrían apuestas de varios millones de pesos sobre su eventual victoria en primera vuelta. Ellos estaban muy seguros de que ganarían, la pregunta es ¿por qué? Al final perdieron, lo cual asumo que les resultó sorpresivo pese a la descomunal ventaja.

Con una abstención cercana al 50%, dentro de los límites esperados, la ventaja del candidato oficialista fue estremecedora, con un 46,6% del escrutinio válido total, frente a un 51,9% a partir de la sumatoria de los porcentajes obtenidos por los otros 8 candidatos juntos. Resulta impensable que pudiera lograrse canalizar todo ese potencial electoral en una sola fuerza, única alternativa visible para derrotar a Juan Manuel Santos. Si la Constitución lo permitiera, yo sería el primero en aceptar que no se hiciera segunda vuelta y el dinero ahorrado se invirtiera en dos escuelas en el Putumayo, sujeto a la condición innegociable de que en ella se matricularan en una cátedra de ‘moralidad’ Sabas y Fabito, en una de ‘prudencia’ Roy Barreras y Armando Benedetti, en una de ‘estructura del pensamiento’ Angelino y Rodrigo Rivera, y en todas a doble jornada Alvarito y Juan Manuel.

En defensa y respaldo de la proclamación de Colombia como estado democrático, propongo que se lance un “decreto de emergencia electoral”, donde en segunda vuelta se restrinja el derecho al voto a segmentos que por la lógica de la conveniencia particular tendrían una tendencia marcada por el candidato oficialista, para que el voto libre sea el que decida la contienda. En esa dirección, propongo que no voten los familiares en primer grado de los miembros de la fuerza pública, que no voten todos aquellos que hacen parte del andamiaje político actual ni sus familias, que no voten ni socios ni empleados de contratistas frecuentes del estado, y que no voten los beneficiarios de las distintas políticas de auxilios y subsidios ni sus familias. Si restamos esta población electoral, hacemos de forma inequívoca un proceso más justo, donde el voto libre decida quién deba ser el próximo presidente.

Por lo pronto la sigo teniendo clara, VOTO, y voto VERDE en segunda vuelta.


JPDR (Barranquilla, junio de 2010)

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