Tuesday, February 1, 2011

MI ABUELA (3ª Parte)

Ella siempre cierra su ventana antes de dormir, pues teme que algún ladrón entre por allí en medio de la noche; ella vive en un décimo piso. A las 11 de la noche va por la pastilla para la tiroides, la toma y luego llena la jarra con agua hervida que mantiene en una olla grande. Su nevera poco enfría, y el agua siempre está tibia, la mantequilla nunca se endurece, ni tampoco el pan que allí guarda. Está a dieta, entonces suspendió los pedidos de cincuenta dulces que a menudo le hacía al tendero. El sábado va a misa ineludiblemente. El domingo se enfada ante algún error táctico de Julio Avelino que le haya costado a su equipo una derrota.

Abrimos una caja de arroz chino y una de pollo con ajonjolí. Me deja tres cuartas partes del pollo. Me asegura que no puede comer más de lo que se sirvió. Dejo intencionalmente un cuarto del pollo que ella descubre cuando vuelve a la cocina. Me pregunta por qué no me lo serví y le aseguro que estoy lleno. A los pocos minutos descubro la caja vacía en el tanque de la basura. Y es que eso fue lo más valioso que de niño le aprendí, que es fácil dar lo que sobra, ó lo que poca falta hace, pero difícil es dar lo que hace falta, ó peor aún, lo que uno no tiene. Y ella me dio incluso lo que no tenía, y ni siquiera se dio cuenta. Tantos en algún momento no dieron un poco de lo mucho que les sobraba que no me cabe duda de que ella es distinta.

Ya son las 12am, cayó dormida, olvidó la pastilla para la tiroides, pero no me atrevo a despertarla. Apago su viejo equipo de sonido que sólo captura la frecuencia AM y se suspenden las prédicas y cantos cristianos. Cierro la ventana para evitar que su hombre araña imaginario por allí entre en medio de la noche. Halo con cuidado la sábana que guarda bajo su almohada, la cinta roja hacia arriba, la dejo caer sobre ella y me despido. Voy a la cocina y lleno la jarra vacía que olvidó. La volveré a ver despierta en la mañana.

JPDR (Barranquilla, 2009)