Saturday, June 12, 2010

EL VIACRUCIS DE SER MOCKUSISTA

Todo empezó hace poco más de cuatro años, cuando no desaprovechaba oportunidad para hablarle a quien fuera e invitarle a conocer la propuesta programática de Mockus, y a considerar darle su voto para las elecciones presidenciales que se avecinaban. Mi esfuerzo era incansable, y mucho más de cemento que de redes internautas; por esa vía sólo contaba con un estatus en mi ‘nick’ de Messenger que decía “¡ANTANAS PRESIDENTE 2006-2010!”.

En ese proselitismo moderado, pero tenaz, empecé a enfrentarme con esa cultura del “no tomo partido si antes no han tomado otros la iniciativa”. A partir de esa premisa era muy común escuchar respuestas como “yo votaría por Mockus si no fuera a perder mi voto”, “yo creo en Mockus como alcalde, pero de presidente no sé”, “hay que seguirle dando es plomo a esa guerrilla, yo sigo con Uribe”, “eso es perder el tiempo, eso gana Uribe sobrado”, “mejor es votar por Gaviria que le está haciendo la guerra a Uribe”, entre otras.

Yo, aun optimista, tenía una respuesta preparada para cada una de las más esperadas respuestas, aprendida en el curso de mi actividad proselitista. El conocer los resultados de la gestión de las dos alcaldías de Antanas -representados en el saneamiento a las finanzas del distrito, los importantes logros en materia de orden público, los innegables avances en salud, en educación, en infraestructura, en movilidad, en reducción de muertes violentas, y sobretodo el paso gigante de haber logrado involucrar a cada individuo en el proceso de transformación- hacía que mi fe fuera de ingente magnitud.

El haber enfrentado con todo rigor la amenaza guerrillera de las Farc tras la abrupta suspensión de la ‘zona de despeje’ por parte del presidente Andrés Pastrana –con el apoyo de Gonzalo De Francisco- , derrotado la oposición del órgano legislativo a su mandato, la construcción de un equipo de trabajo en el que no hubo que pagar favores políticos, y su obsesión por salvaguardar la vida de cada ciudadano y los recursos públicos, me hacían verlo no sólo como un hombre de colosal capacidad e inteligencia, sino también de extraordinario temple y al mismo tiempo de nobleza sublime.

Por todo eso lo respaldé hasta el último día, un 28 de mayo, en el que camino a las mesas de votación seguía intentando convencer a más ciudadanos de depositar su tarjetón con una cruz sobre el Movimiento Social Indígena, el que Mockus representaba, afirmando que los indígenas de Colombia eran “una minoría extraña, pero valiosa”. Al final 141.000 colombianos depositamos nuestra confianza en Mockus, que luego del fracaso parlamentario de su lista “Visionarios con Antanas” -que no obtuvo un solo escaño en ninguna de las dos cámaras- le seguimos hasta el final, obteniendo la cuarta votación en unas elecciones, como ha sido costumbre, polarizadas, caso aquél entre el uribismo y el anti-uribismo (representado desde el ala de la izquierda radical por Carlos Gaviria del Polo, y de la izquierda moderada por Horacio Serpa del partido Liberal).

Y muchos le seguimos creyendo ahora, cuatro años más tarde, incluso cuando aparecía muy lejos en las encuestas frente al candidato oficialista y frente a la candidata por el Partido Conservador. Súbitamente empezó a ascender en las encuestas como rócket, y cuando Sergio Fajardo le adhirió el efecto fue multiplicador, un par de semanas más tarde aparecía ya de primero en casi todas las encuestas. En aquellos momentos la esperanza tocó un clímax que hizo el compromiso por la causa más firme que nunca, al advertir que existía por fin una alternativa tangible de ganar la presidencia de la república.

Cuando Antanas se convirtió para la sociedad colombiana en un ícono que enfrentaba los vicios de la política tradicional y al mismo tiempo representaba la antítesis de las vergüenzas del actual gobierno -de las que permaneció invulnerable el presidente Uribe-, muchos colombianos, de distintas corrientes ideológicas, empezaron a unirse a la causa de Mockus. Fue en ese momento, y sólo en ese momento, que empezó lo que algunos llaman “guerra sucia”, y que otros justifican como “estrategia de campaña”. Antes nunca les preocupó Mockus, nunca lo advirtieron como presidenciable, el oficialismo se sentía muy seguro de mantener el poder con el enorme respaldo de las maquinarias que regían –y que rigen- los hilos de la nación. Antanas Mockus era un enemigo pequeño, que no contaba con respaldos visibles.

Cuando empezaron las citadas “estrategias de campaña” los mockusistas empezamos a vivir un viacrucis cada vez que Mockus concedía entrevistas a los medios de comunicación, cualquier frase o expresión inoportuna sería recortada sin pudor por sus detractores y presentada –con animación incluida- como verdad irrebatible. Entonces Antanas cayó en el juego de tener que dar explicaciones sobre esas informaciones incompletas que presentaban supuestos dogmas suyos, por muy fácilmente desarticulables que resultaran simplemente utilizando, de las mismas fuentes, la información completa. Pero eso es apenas una parte del calvario que implica seguir el proyecto político de Antanas Mockus.

Ser mockusista activo implica estar por encima de las agresiones y saber controlar los instintos (no siempre se puede), siempre presentar el argumento como única arma en el debate, sacar tiempo de donde no hay (más proclive a ser del sueño) para estudiar un poco más y llenarse de armas (argumentos) para combates (debates) venideros, sacar ratos TODOS LOS DÍAS para practicar un proselitismo en el que la primera invitación debe ser a votar libremente, llevar el color Verde no sólo en la camiseta sino en la mente y en el corazón. Ser mockusista es una ‘profesión’ absolutamente desgastante e inquisidora, donde el adepto se hace mártir, pero el poder de la convicción y la fe le levanta para seguir con la tarea hasta el último día.

Nunca he tenido la oportunidad de conocer personalmente a Antanas Mockus, él no sabe quién soy yo, probablemente nunca lo sabrá, pero si es elegido presidente sabré que yo puse mi pequeño aporte para el comienzo de la construcción de una nueva Colombia, con eso me bastará.

¡ANTANAS MOCKUS PRESIDENTE 2010-2014!

JPDR (Bogotá, mayo 23 de 2010)

No comments: