Friday, November 19, 2010

MI ABUELA

Mi madre perdió a su padre siendo una niña aún. Un infarto fulminante acabó con su vida frente a sus ojos. Mi abuela entonces quedó con la entera responsabilidad de sacar adelante a sus dos hijos. La verdad no sé cómo lo hizo, pero lo hizo. Mi abuela nunca estudió una carrera. Mi abuela era una mujer de cabellos dorados y de ojos verdes. Sólo conocí sus ojos verdes. Mi abuela ha vivido medio siglo más que yo.

Mi madre se casó muy joven, y muy joven también quedó embarazada de mí, su primer hijo. En gran medida me entregó al cuidado de mi abuela, y allí pasé la mayoría de las tardes de mi infancia. Era una casa grande, con un patio que tenía unos columpios amarillos, y árboles de guayaba, limón y dos clases de mango. En el frente había dos robles, en los que yo me trepaba casi a diario. Mi abuela me cocinaba todos los días, y me servía en un plato verde y mi vaso era uno de aluminio que tenía una calcomanía de los Transformers.

Mi abuela nunca me llevó a un parque, nunca fue cariñosa conmigo, nunca me leyó un cuento, nunca me regaló un juguete. Sin embargo yo crecí con un amor desmesurado, incalculable, colosal, e ingente hacia ella. Ella para mí, desde mi concepto de infante, representaba todo lo bueno que podía existir en alguien. Ella encerraba toda la ternura, la bondad y la sencillez que había conocido.

¿Por qué tendría que esperar a que mi abuela se muriera para escribir esto? Mejor lo escribo ahora que todavía está viva. Cada vez que veo a mi abuela me trasformo en el niño que fui, ella es la única que puede causar ese efecto, y temo que el día que la pierda aquél se haya entonces ido para siempre.

JPDR (Barranquilla, 2000) Twitter: @juanpdiazr

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