Wednesday, December 8, 2010

MI ABUELA (2ª Parte)

Ella camina despacio mientras arrastra sus pantuflas, componiendo una melodía que adorna el silencio. Ella habla sola todo el tiempo, creo que no guarda un solo pensamiento. Ella dice dos ó tres nombres antes de atinar con el mío. Ella utiliza Vick Vaporub como la fórmula mágica para cualquier mal. Ella toma agua hervida. Ella tiene una nevera que se demora tres días en hacer hielo. Ella no puede manipular un teléfono celular. Ella no sabe qué es navegar en Internet. Dice que no va a Bogotá porque la altura le sienta mal. Ella utiliza el verbo “limalegear” para reemplazar cualquier otro que no recuerde en el momento; para ella “limalegearse” significa “arreglarse”. Le gusta mascar chicles Trident, pero nunca recuerda qué así se llaman; le dice al tendero “mándame chicles ‘Tristán’” ó pronuncia cualquier cosa parecida. A ella le gusta el béisbol, y sueña con ir a los Estados Unidos, ver un partido y regresarse, pero ni siquiera tiene pasaporte. Ella es furibunda hincha del Júnior. Ella responde a casi cualquier ‘por qué’ con un ‘porque’ seguido de la misma pregunta. Ella tiene descalibradas las revoluciones y siempre está acelerada. Ella ve el Carnaval por Telecaribe. Ella me empuja cuando la abrazo y asegura que la ahogo.

Ella reza el rosario todos los días, y descubrí hace poco que siempre reza por mí. El número de misas a las que voy en un año equivale a la sumatoria del número de bautizos, de matrimonios y de muertos. Sin embargo, pese al déficit de mi ejercicio de la fe siempre cuento con una ayuda celestial hasta ahora inexplicable; supongo que se trata de mi abuela.

JPDR (Barranquilla, 2009)