Wednesday, January 30, 2013

ALGUNA VEZ FUI…

Alguna vez fui invitado a un programa de entrevistas. Ocurrió en la ciudad de Minneapolis. Algún grupo periodístico investigador conoció mi historia de estudiante extranjero y creyó que valía la pena contarla en televisión. La emisión fue en horario de máxima audiencia. El programa se llamaba Dimensional y el formato era parecido a “Yo José Gabriel”. Fue una experiencia bastante curiosa haber sido invitado a aquel programa porque por alguna extraña razón para los americanos el hecho de aparecer en televisión por sí mismo resulta una proeza. Por algunos días la gente me reconoció en la calle y recibí solicitudes de fotos y hasta autógrafos. No me imagino cómo hace en ese país un actor famoso para caminar por cualquier calle. Lo mejor que resultó de aquella entrevista fue que gracias a que conté que me gustaba pescar, uno de los camarógrafos me invitó el fin de semana siguiente a hacer ‘ice-fishing’ en un lago congelado perforando la gruesa capa de hielo con un taladro gigante y desde de una especie de casita con calefacción, que llegaba halada por un tráiler, y que tenía compuertas en el suelo para enviar los anzuelos por los agujeros que atravesaban más de un metro de hielo. Jamás habría imaginado que existía esa forma de pescar durante el invierno.

Alguna vez fui periodista deportivo. Lo hice para el canal local Telebarranquilla. Hacía notas, en su mayoría futboleras, pero también relacionadas a otros deportes, como el boxeo. El programa central se emitía en directo, y se interrumpía para pasar videos y, en algunos espacios, mis notas deportivas, las cuales hacía en pareja con uno de mis grandes amigos, quien algunos años después estaría en los mundiales de Alemania y Sudáfrica haciendo cubrimientos periodísticos. Tenía mi propio club de fans, quienes me enviaban regalos al canal. Mis fans más destacadas eran Yumerleidys y Usnavi. Cuando abandoné mi rol de reportero mis fans empezaron a llamar al canal preguntando al aire qué había pasado conmigo. Entonces el canal empezó a re emitir viejos videos para complacerlas. En mi experiencia como periodista deportivo pude conocer personalmente a jugadores y técnicos del rentado nacional. Además mi carnet de periodista me permitió durante un par de años entrar por el acceso a prensa al estadio Metropolitano. Tres años más tarde presentaría un programa futbolero llamado "La Redonda" que era transmitido a través del canal interno de la Universidad del Norte.

Alguna vez fui estudiante de medicina. Ocurrió tras haber culminado mi ciclo como estudiante de ingeniería. El interés por esta ciencia no era casual, tres de mis familiares la escogieron por profesión, así que podríamos inferir que me venía en la vena. Aparte de haber aprendido que una vida entera dedicada a comprender la célula sería insuficiente para lograrlo, aprendí algunas otras cosas más practicas, como a auto inyectarme intramuscular y a auto sacarme la sangre, lo cual no era tan simple. La primera vez que me intenté sacar la sangre no aflojé el elástico antes de retirar la aguja y dejé un charco de sangre en el laboratorio. Por suerte traía bata y mi uniforme se salvó de quedar manchado de mi propia sangre. Fue un año fascinante dedicado desde las aulas a algo completamente nuevo y diferente, ejercitando de una nueva forma mi cerebro, encantado con todo lo que aprendía en cada clase. Sucumbí por los horarios, el escaso tiempo libre para poder trabajar y el alto costo de la matrícula. No me arrepiento ni un segundo de haberme permitido esta experiencia.

Alguna vez fui operario en una fábrica de reciclaje de polietileno. Tuvo lugar a unos 80km al oriente de la ciudad canadiense de Montreal. Lo hacía en turnos de 11 de la noche a 7 de la mañana. Era una jornada matadora y muy mal paga. Sólo teníamos un receso de 30 minutos desde las 3:30am hasta las 4:00am. La comunicación era únicamente en francés, idioma que me resultaba muy complicado de manejar. La única palabra que me decían en inglés era “tomorrow”. Tenía que destrozar láminas de polietileno con una sierra que me recordaba el paramilitarismo en Colombia. Debía dejarlas en trozos pequeños y depositarlas en una trituradora. Luego el triturado se fundía al igual que se hacía con los pellets de material original. También había que remover piezas hirvientes recién salidas de los moldes y manipularlas hasta almacenaje sin estropearlas. Los de mejor pulso removían rebabas de piezas frías, pero ésos eran de un mayor escalafón, al que por suerte no alcancé a llegar.

Alguna vez fui mesero. Fue en un restaurante llamado Las Tablas sobre la avenida Irving Park de Chicago. Curiosamente había ya visto al dueño del restaurante en un reportaje que le hicieron en RCN en el que lo señalaban de ser el clon de Charly García. Yo me sorprendía de ver a mi compañero transportar con gran agilidad 3 platos de sopa rebosantes sin que se derramara una gota. Yo sólo lograba transportar un plato y siempre derramaba algo de la sopa. Me contrataron inicialmente como ‘buzz boy’, pero tuve un súbito ascenso a mesero debido a que fui el reemplazo obligado de mi compañero, quien rebanó uno de sus dedos mientras cortaba limones, y él, siendo un inmigrante despapelado y sin seguro médico tuvo que someterse a una cirugía improvisada que yo le practiqué anestesiándolo con xilocaína inyectada localmente y suturándolo con los elementos que contenía un botiquín que trajeron de alguna farmacia cercana. Creo que ésta fue una de las actividades en las que peor me fue ─la de mesero, la cirugía me quedó genial─, ya que el equilibrio, esencial en el arte de manejar platos en ambas manos y uno de los antebrazos, nunca ha sido una de mis aptitudes.

Alguna vez fui actor de telenovela. Al menos ello se suponía, ya que hice parte de un equipo de fútbol de actores colombianos en un partido de exhibición en la ciudad de Villavicencio. No fue fácil integrarme al grupo, ya que varios de los actores ─a quienes jamás había visto porque no veo telenovelas─ se mostraban altivos. Quizá el hecho de saberse o suponerse reconocido inflama un poco el ego. Puede que sea normal en ese mundo, pero para mí un actor es simplemente una persona que se gana la vida apareciendo en telenovelas, así como yo me la gano de una forma más anónima. Mi oportunidad llegó cuando un actor llamado Álex Gil rompió sus ligamentos en un mal movimiento. La banda izquierda en una defensa de cuatro quedó deshabitada y yo al menos tenía el perfil para jugar por allí. No lo hice tan mal. Al final del partido, que ganamos 2-0, y en el que hubo tres lesionados graves, frente a la pregunta que me hacían los niños de en qué novela salía mi respuesta era que yo había interpretado al sobrino de Epifanio Del Cristo en San Tropel. Estaba seguro de que ninguno de esos niños había nacido para el tiempo en el que transmitieron aquella telenovela protagonizada por Carlos Muñoz. Además no tenía ningún sobrino. Se tomaron muchas fotos conmigo creyendo que se retrataban con algún famoso.

Juan Pablo Díaz
Barranquilla, 2013
Twitter: @juanpdiazr

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